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jueves, 18 de diciembre de 2014

Cuba va

A man rides his bicycle past a mural of rebel hero Ernesto 'Che' Guevara and a Cuban flag in Havana
'If Cuba establishes democracy – while maintaining the grand achievements of the revolution – it could become a beacon for those who desire an alternative once again.' Photograph: Enrique De La Osa/Reuters

El sin duda catastrófico año 2014 (ébola, ISIS, disturbios raciales en EE.UU. desastres naturales) termina con la noticia más esperada para muchos cubanos: el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, con lo que la mayor de las Antillas queda fuera de la infamante lista de países promotores del terrorismos, en la que nunca debió figurar.
Han sido necesarios ocho mandatos presidenciales estadounidenses para que un Barack Obama sin oxígeno, diera el que, posiblemente, sea el hito por el que será recordado, si dejamos a un lado la impresentable marca de que le tocara ser el primer ciudadano negro en ocupar el famoso Despacho Oval (en el que, por cierto, ha ocurrido de todo). La presencia de un presidente negro ha molestado, y mucho, a una hipócrita parte de la sociedad estadounidense. Esos/as que por mor de lo políticamente correcto se abstienen de admitirlo.
No, Cuba no es una democracia al gusto del paladar estadounidense. Tampoco satisface a la derecha ultramontana en España (aunque dicen que su Caudillo simpatizaba con Fidel  por la manera tan viril, que practicaba el Comandante en Jefe de amolarle los chichones a Estados Unidos, es decir, por eso que están pensando). A la Administración de Cuba tampoco la tragan en las capitales europeas. Y hay un sector de intelectuales delicados y finos que destilan baba verde contra el régimen. Sin olvidar a los incondiciodales de la Revolución urbi et orbi, claro.
En realidad la Constitución de Cuba manifiesta, alto y claro, que el Estado cubano descansa en un único Partido. Si les parece digan que es "totalitario". Existe una representación popular, la Asamblea Nacional que se elige por circunscripciones. No hay campañas pomposas: se publican las biografías de los propuestos y se votan de forma directa. Puede equiparase a un Parlamento popular. Denigrar tal forma de participación ciudadana es cuando menos arriesgado. Y sobretodo arrogante.
Pero lo que es cierto, y Cuba no pide perdón por ello, es que ha sido primero el Comandante en Jefe Fidel y luego Raúl Castro, (antes al frente de las  prestigiosas Fuerzas Armadas), quienes han encabezado el Gobierno. Si toca reformar la Constitución y adoptar otra estructura es asunto de los cubanos. Muchos de ellos han nacido bajo ese embargo o bloqueo  que no a conseguido sus objetivos, es decir, derrocar al "régimen". Ignoro qué quieren los cubanos.
Decir que en Cuba nada ha cambiado es mentir, falsear o ignorar una realidad palpable a poco que uno patee la isla. La que ahora escribe visitó Cuba en más de tres ocasiones. Sin ninguna limitación, bozal o freno, hablé con personas de todos los sectores sociales. Eran los días en que se preparaba la liberación de los maridos/familiares de las "Damas de Blanco". Me entrevisté con el párroco de Santa Rita, al que entregué una pequeña contribución de medicinas para los presos. Y claro, llevé, para amigos médicos y militares medicamentos de los que ellos harían el uso adecuado. 
Comprobé que el embargo ha propiciado un clima de acoso psicológico e inestabilidad grave entre los cubanos residentes en la isla. De cierta manera en ocasiones ha sido usado por las autoridades como excusa ante procedimientos ineptos.
Desde luego que hay que defender los derechos humanos pero ojo: en cualquier parte del mundo. Respecto a Cuba Estados Unidos ha aplicado una ley del embudo. Por ejemplo, supongo que los civiles muertos del avión de Cubana eran seres humanos. O el turista italiano que falleció por una bomba colocada en un hotel. Estados Unidos respaldó una invasión a la Isla. Esa que los milicianos derrotaron en 48 o 72 horas. Los participantes en aquella fallida operación o han muerto o deben de ser ya abuelos.  Cuba ha sufrido numerosas amenazas y ataques. Si algún días se desclasifican ciertos archivos, saldrá a la luz toda la verdad.
Pero a lo que iba. Me importan las cosas de comer.. Que cese el embargo. Que no haya más sanciones a entidades financieras como Paribas, por hacer negocios con Cuba. Es inaceptable condicionar al gobierno cubano (dictadura castrista si les mola, vamos) a pasar la prueba del algodón democrático, a entrar por el aro. 
Lo que toca es que se propicie la inversión en un país con un tesoro por descubrir: la formación técnica de muchos de sus ciudadanos. Y aviso para navegantes. Cuba ofrece más que turismo de sol y playa (y eso lo captaron pronto algunas empresas hoteleras españolas, con unos hoteles bastante feos): producen vacunas, medicamentos, tienen una prestigiosa facultad de ingeniería, hay experiencia en gestión de desastres naturales. Se desarrollan tratamientos en neurología. Es decir, con enorme limitaciones, hacen ciencia. Tienen índices epidemiológicos y de salud comparables a países con un desarrollo económico superior.
Y que quieren que les diga. Me gustaría que se termine de una vez la doble moneda, con la que una se hace un lío. Que la próxima vez que vaya a Cuba (y paralice el pobre aeropuerto José Martí con mi pasaporte felino tuneado), encuentra un cajero del BBVA. (no cobro por la mención).
Les dejo el artículo de Jones, como contrapunto y fuga al comentario codondesastrero.  Él no ha estado en Cuba. Aboga por el establecimiento de la democracia. Personalmente opino que corresponde a los cubanos decidir su destino. Cómo quieren cambiar, para mejor. Qué no quieren cambiar. Qué derechos políticos demandan. Llevan muchos años, desde 1868, intentando hacer su camino soberano. Resistieron hasta el derrumbe de la URSS. 
Un pueblo así no merece que les impartan lecciones de cómo gobernarse. 
Prohibida la reproducción. 

"The US embargo against Cuba is nothing less than an act of vindictiveness and spite; the fact it is finally crumbling will alleviate the suffering of millions of Cubans. It’s “just another concession to a tyranny”, wails Republican senator Marco Rubio. Such politicians risk drowning in their own hypocrisy: their selective interest in human rights does not extend to imposing an embargo against Saudi Arabia, a vicious, woman-oppressing tyranny that decapitates people for being gay or “sorcerers”. Despite sending tens of thousands of American soldiers to die (and killing countless civilians) in Vietnam, the US normalised ties with the ostensibly Communist-ruled south-east Asian nation in the 1990s. So why not Cuba?
But here’s a quid pro quo. Now this long-lasting foreign policy outrage is finally having a rendezvous with common sense, opponents of the embargo need to talk a lot more loudly about democracy in Cuba. Yes, the Cuban revolution has delivered many achievements that have transformed lives: they are all the more the impressive given the nation has been embargoed by a global superpower located 90 miles away for so many decades. Its healthcare system is recognised by the World Health Organisation as one of the world’s finest. Its life expectancy is roughly the same as that of the United States. The island sends tens of thousands of doctors abroad to save lives in developing nations. It has one of the highest literacy rates in the world. It is a pioneer of sustainable development and a keen promoter of urban agriculture, or “organopónicos”. All of these are examples that nations – rich and poor – can and should learn from.
And yes, the revolution overthrew a human rights-abusing US-backed dictator, Fulgencio Batista, who presided over corruption, gangsterism and chronic social and economic injustice. But that was 55 years ago. Yes, Cuba was spared the horrors of the US-backed regimes in Latin America that disappeared thousands and threw political dissidents out of helicopters. But – with the glaring exception of Colombia – the sordid era of US-backed brutality in Latin America is at an end, thanks to progressive governments that promote social justice as well as democracy. They have lifted 56 million people out of poverty this millennium, and have done so without imposing a dictatorship.
Cuba’s human rights have been steadily improving: as Human Rights Watch – arch-critics of the Cuban regime – have put it, the government has released dozens of political prisoners (although they now face exile), and punitive prison sentences and “draconian travel restrictions” are being relaxed. But it is not good enough. Cuba is not a nation where the people can freely determine who represents them. Freedom of speech is curtailed, as is a free media. Social and economic rights are not compensation for political rights; they should complement each other".

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