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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Alan Gross: Ni tonto, ni inocente.

Alan Gross: Ni tonto, ni inocente

El Gobierno Cubano ha liberado a Alan Gross en lo que algunos entendidos interpretan como un posible inicio del deshielo en las peculiares relaciones de Cuba y Estados Unidos. Washington mete a la mayor de las Antillas en la lista de países que "apoyan el terrorismo". Estados Unidos mantiene, desde hace 50 años, un embargo económico que perjudica los programas sociales y las mejoras en la estructura económica cubana. Ha aplicado sanciones millonarias a bancos europeos. Estimula la fuga de médicos y técnicos calificados cubanos durante sus misiones en el extranjero. Por si fuera poco los cubanos pueden beneficiarse de una ley migratoria retorcida, bien distinta de lo que sucede con otros "latinos" ansiosos de residir en EE.UU.
Las generaciones de anticastristas recalcitrantes ya tienen poco que decir. O se han muerto o están camino de la gloria. Las encuestas arrojan que hasta en el Estado de Florida la mayoría de votantes "cubano estadounidenses" están a favor de la normalización de relaciones con Cuba, y del cese del embargo. El presente artículo recopila la versión de Cuba.
17 febrero 2012 | 30
Alan Gross en una imagen reciente en La Habana.
Alan Gross en una imagen tomada en La Habana en marzo del 2011.
Por Enrique Torres
Prensa Latina
Luego de meses en que el gobierno de Estados Unidos intentó silenciar las razones de Cuba para apresar al norteamericano Alan Gross por actos contra la independencia de la isla, y evitó reconocer su responsabilidad en el caso, la verdad se abre camino en la prensa mundial.
Cientos de medios de comunicación impresos y en formato digital, muchos de ellos en Estados Unidos, difundieron esta semana total o parcialmente el contenido de un extenso artículo de la agencia estadounidense AP, el cual pone en evidencia que Gross no es un “tonto inocente engañado”, como se autocalificó durante su enjuiciamiento.
El texto, titulado “USAID contractor work in Cuba detailed” (Trabajo del contratista de laUSAID en detalles), del periodista Desmond Butler, fue replicado por más de un centenar de órganos de prensa, al igual que artículos de otros medios sobre el tema, según refleja un gráfico de impactos en el buscador Google.
La noticia de AP corrobora que Gross actuó en todo momento muy consciente de las ilegalidades en que incurría, dotado de tecnología que, según expertos, suele ser utilizada “por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono para evitar la detección electrónica de señales telefónicas”.
Reportes de los cinco viajes del agente a Cuba, a los que tuvo acceso la agencia norteamericana, indican que él sabía que sus actividades eran ilegales, y que temía las consecuencias, incluyendo la posible expulsión del país.
Incluso, uno de los documentos obtenidos por AP precisa que una de las personas que colaboró con Gross “dejó absolutamente claro que estamos jugando con fuego”.
En otra ocasión -precisa el artículo- Gross dijo que no cabía duda de que se trataba de un “asunto muy riesgoso”, y que “la detección de señales de satélite sería algo catastrófico”.
Alan Gross fue sentenciado a 15 años de cárcel en marzo de 2011 al quedar demostrado que introdujo en Cuba, de manera ilegal, medios de infocomunicaciones para crear redes internas como parte de un programa del gobierno de Estados Unidos dirigido a promover acciones desestabilizadoras y subvertir el orden constitucional en el país caribeño.
En agosto, el reo y su abogada impugnaron la sentencia del tribunal provincial que lo condenó, pero el Tribunal Supremo Popular desestimó la apelación.
No obstante, el gobierno cubano ha trasladado a la actual administración norteamericana la disposición a encontrar una solución humanitaria al caso de Gross sobre bases recíprocas.
Hasta ahora, la prensa estadounidense había presentado a Gross como un anciano inofensivo de 62 años, injustamente condenado en Cuba, que solo pretendía dotar a la comunidad judía de medios para conectarse a la Internet.
Sin embargo, el artículo de AP revela que los líderes judíos manifestaron no estar al tanto de los vínculos de Gross con el gobierno de Estados Unidos y aseguraron que ya tenían acceso a Internet.
En realidad las sinagogas disponían de conexión a la denominada red de redes mucho antes de su llegada.
“Por supuesto, esto es una actividad encubierta”, dijo Robert Pastor, asesor de asuntos latinoamericanos durante el gobierno del ex presidente James Carter y actualmente director del Centro para la Democracia y Elecciones de la American University de Washington.

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