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sábado, 6 de febrero de 2016

Denuncia a la policía

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Encuentro histórico

La Santa Sede y el Patriarcado de Moscú tienen el placer de anunciar que, por gracia de Dios, Su Santidad el Papa Francisco y Su Santidad el Patriarca Kiril de Moscú y toda Rusia, se encontrarán el próximo 12 de febrero. El encuentro se realizará en Cuba, donde el Papa hará escala antes de su viaje a México, y donde el Patriarca estará en visita oficial. Comprenderá un coloquio personal en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana y concluirá con la firma de una declaración común.
Este encuentro de los primados de la Iglesia Católica y de la Iglesia Ortodoxa Rusa, preparado desde hace tiempo, será el primero en la historia y marcará una etapa importante en las relaciones entre las dos iglesias. La Santa Sede y el Patriarcado de Moscú desean que sea una señal de esperanza para todos los hombres de buena voluntad. Invitando a todos los cristianos a rezar con fervor para que Dios bendiga este encuentro, que de buenos frutos.

STOP mutilación genital femenina

Mutilación/ablación genital femenina

Imagen del UNICEF
© UNICEF/HQ 98-0232/ Grossman
Un hombre de la aldea habla con Mayamuna Traor, presidenta de la asociación local de mujeres, y otras mujeres de la aldea. Mayamuna ha desempeñado un papel fundamental en la erradicación de la mutilación en su aldea. Senegal.


La ablación o mutilación genital femenina comprende una serie de prácticas consistentes en la extirpación total o parcial de los genitales externos de las niñas. Entre otras consecuencias, las niñas mutiladas padecerán durante toda su vida problemas de salud irreversibles.

Se calcula que 70 millones de niñas y mujeres actualmente en vida han sido sometidas a la mutilación/ablación genital femenina en África y el Yemen. Además, las cifras están aumentando en Europa, Australia, Canadá y los Estados Unidos, principalmente entre los inmigrante procedentes de África y Asia sudoccidental.

La mutilación/ablación genital femenina se practica por diversas razones, entre ellas:

Sexuales: a fin de controlar o mitigar la sexualidad femenina.

Sociológicos: se practica, por ejemplo, como rito de iniciación de las niñas a la edad adulta o en aras de la integración social y el mantenimiento de la cohesión social.

De higiene y estéticos: porque se cree que los genitales femeninos son sucios y antiestéticos.

De salud: porque se cree que aumenta la fertilidad y hace el parto más seguro.

Religiosos: debido a la creencia errónea de que la ablación genital femenina es un precepto religioso. La ablación se practica principalmente a niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años. No obstante, en algunos países la ablación genital femenina se practica a niñas menores de 1 año, como por ejemplo, en Eritrea y Malí, donde la práctica afecta, respectivamente, a un 44 y un 29% de estas niñas.

Las personas que practican la ablación genital femenina son generalmente comadronas tradicionales o parteras profesionales. La ablación genital femenina es un servicio muy valorado y muy bien remunerado económicamente, por lo que es fácil inferir que el prestigio en la comunidad y los ingresos de estas personas puedan estar directamente ligados a la práctica efectiva de la intervención.

La ablación genital femenina constituye una violación fundamental de los derechos de las niñas. Es una práctica discriminatoria que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades, a la salud, a la lucha contra la violencia, el daño, el maltrato, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante; el derecho a la protección frente a prácticas tradicionales peligrosas y el derecho a decidir acerca de la propia reproducción. Estos derechos están protegidos por el Derecho internacional.

La ablación genital femenina causa daños irreparables. Puede acarrear la muerte de la niña por colapso hemorrágico o por colapso neurogénico debido al intenso dolor y el traumatismo, así como infecciones agudas y septicemia. Muchas niñas entran en un estado de colapso inducido por el intenso dolor, el trauma psicológico y el agotamiento a causa de los gritos.

Otros efectos pueden ser una mala cicatrización; la formación de abscesos y quistes;
un crecimiento excesivo del tejido cicatrizante; infecciones del tracto urinario; coitos dolorosos; el aumento de la susceptibilidad al contagio del VIH/SIDA, la hepatitis y otras enfermedades de la sangre; infecciones del aparato reproductor; enfermedades inflamatorias de la región pélvica; infertilidad; menstruaciones dolorosas; obstrucción crónica del tracto urinario o piedras en la vejiga; incontinencia urinaria; partos difíciles; y un incremento del riesgo de sufrir hemorragias e infecciones durante el parto.

viernes, 5 de febrero de 2016

lunes, 1 de febrero de 2016

Cuba en París

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Alejo Carpentier en París


Autora Marta Rojas  Periodista de "Granma, Cuba"
Mucho antes de que en 1966, luego de un viaje a Vietnam, Alejo Carpentier fuera nombrado Ministro Consejero de la Embajada de Cuba en Francia,  ya el escritor cubano había fungido, de hecho, como representante de las dos naciones y de los dos pueblos. Alejo dio a conocer en Francia, así como en gran parte de Europa y del mundo, lo más representativo de la Isla, mientras entregó a Cuba en páginas de revistas y periódicos la historia de la nación gala, sus orígenes, costumbres, historia y arte.
Todo empezó cuando un día de 1916, a la edad de 12 años, su padre —un arquitecto de pura cepa bretona— le puso en las manos los primeros libros de literatura que Alejo leyó en su vida. Eran tres ejemplares de la mejor literatura francesa, escritos por Honorato de Balzac, Emilio Zola y Gustavo Flaubert.
Le escuché decir al propio Alejo, ya famoso, que se bebió esas obras hasta la médula. Así empezó a conocer Francia, cuya lengua fue la primera para él luego de estudiarla des­de pequeño en París durante un viaje de sus padres a la capital francesa. Sin embargo, también dominó como pocos el castellano.
El haber recibido el Premio Miguel del Cervantes por la grandeza de la obra y la excelencia del lenguaje lo corroboran.
El destino hizo que fuera precisamente un gran poeta francés, Robert Desnoes (luego muerto en un campo de concentración nazi), quien le abriera las puertas de París, después de su salida de la prisión a donde Alejo fue a parar en represalia por sus actividades revolucionarias en el grupo Minorista, durante la dictadura de Gerardo Machado.
Es en Francia donde, en precarias condiciones económicas, estrecha el nexo cultural e histórico entre Francia y Cuba, que extiende a toda América Latina.
Cualquiera que se sumerja siquiera someramente en la bibliografía de Alejo Carpentier, realizada por Araceli García Carranza (obra minuciosa), hallará en sus más de 600 páginas miles de fichas  sobre la relación entre Francia y Cuba en la voz de Alejo Carpentier. Allí recibió y aportó conocimientos. Por ejemplo, la Radio Francesa le debe mucho, lo cual  fue reconocido, hasta después de su muerte.
Son muchos los artículos que escribió sobre Francia para los cubanos donde Alejo se refiere a La ciudad inmutable, obviamente París y sus rincones. “(…) Los rasgos típicos que matizan su existencia cotidiana, que co­munican un tinte peculiar a sus distintos sectores durante el día y la noche”, es una de las tantas descripciones que aparecen bajo su firma en la revista Carteles de La Habana.
Nada se le escapó nunca a Alejo Carpentier sobre Francia, incluyendo los hechos estéticos y políticos en las provincias. París, desde luego, tiene la primacía. Para él fue una grata revelación la Oficina del Vocabulario Francés, presidida por Georges Duhamel  “la cual tenía por objeto la conservación y defensa de la pureza de todo un idioma”. La lengua, su herramienta, fuera la española o la francesa, primaba.
La historia, tratándose de Francia o de Cuba, tiene su punto de convergencia y cúspide en una de sus obras maestras de literatura, la novela El Siglo de las luces, publicada en estreno ya en la Cuba revolucionaria.
Allá en Francia luchó por crear una revista que recogiera la cultura e historia de América Latina, especialmente la literatura y  con una colega—Elvira de Albear— fundó la revista Imán, aunque lamentablemente tuvo una vi­da efímera.
Grandes artistas cubanos, para mencionar solo tres: Rita Montaner, el músico Alejandro García Caturla, o el escultor Agustín Cárdenas, fueron elogiados por Alejo en París. Por demás un estudiante triunfador, Jorge Luis Prats, alumno del gran maestro Frank Fernández, también mereció su reconocimiento cuando ya Carpentier era, sin duda, uno de los novelistas más famosos del mundo, sin dejar de ejercer el periodismo, que le dio el pan para vivir desde su primera juventud.
Recuerdo que un día, próxima la mediano­che, el periodista Alejo Carpentier pasó un mensaje al periódico Granma por el teletipo. El responsable del equipo se llamaba Luis Gerardo. Entonces yo fungía como Jefa de  Información y me dijo: “Está entrando Car­pentier desde París, pregunta si tiene tiempo de redactar esta noche sobre el triunfo de un joven pianista cubano, ganador del concurso Margueritte Long, en París, primer estudiante de música que lo obtiene en Francia”. Ob­via­mente al día siguiente apareció la crónica de Alejo, escrita por él desde un teletipo de Prensa Latina. Acababa de regresar del teatro donde se premió al alumno Prats. Luego ha­bló por teléfono con Jorge Enrique Mendoza, director del periódico en aquel momento.
Car­pentier estaba eufórico por el triunfo de un muchacho cubano  en París.
Francia siempre hizo justicia al talento de Carpentier. En 1956 recibió allí el premio al mejor libro extranjero publicado en esa na­ción. Once de los críticos más famosos de Francia se lo otorgan a la novela Los pasos perdidos, traducida al francés por el eminente René L. E. Durand y publicada en la colección La Croix du Sub de la Editorial Gallimar, dirigida por Robert Callois. La obra tuvo en corto tiempo más de diez ediciones. Alejo propuso para Francia el título Le partage des Eaux (la división de las aguas) sugiriendo un hecho natural que ocurre en un punto del río Ori­noco.
El periódico Le Fígaro publicó un largo ar­tículo. Un párrafo dice: “Los pasos perdidos es un libro gigantesco. El cubano Alejo Car­pentier es, sin duda, uno de los más grandes escritores vivientes”.
Pero no es la única novela traducida de inmediato al francés, sino todas. Obviamente El reino de este mundo estuvo entre las primeras y se prolongó ese hecho hasta la última que escribió: La consagración de la primavera  (Le royaume de ce monde).
Las puertas de las universidades francesas estuvieron siempre abiertas para Carpentier y en ellas disertó no solo sobre su obra inmensa, sino también y mucho, sobre los grandes de Francia y obviamente entre ellos los tres autores que primero leyó, en francés, siendo un adolescente: Zola, Balzac y Flaubert.

domingo, 31 de enero de 2016