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viernes, 7 de agosto de 2015

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jueves, 6 de agosto de 2015

Hiroshima en la memoria

La selectiva memoria humana

Cuando se cumplen 70 años del lanzamiento de las primeras bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki, los hibakushas viven el miedo del olvido ajeno
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Nyliam Vázquez García  (Juventud Rebelde, Cuba)
nyliam@juventudrebelde.cu
5 de Agosto del 2015 22:18:37 CDT
Hace 70 años Sunao Tsuboi tuvo miedo a morir. De algún modo, los poquísimos seres humanos que sobrevivieron a la bomba atómica lanzada por Estados Unidos el 6 de agosto de 1945 sobre la ciudad japonesa de Hiroshima no contaban con superar las heridas del cuerpo y el alma. En un abrir y cerrar de ojos Little Boy (la bomba), lanzada desde el Enola Gay, arrasó con la ciudad y segó la vida de más de 140 000 de sus 350 000 habitantes. Después de esa experiencia parecería que Sunao ya no le teme a nada, pero no, a sus 90 años le tiene terror al olvido.

Las graves quemaduras sufridas entonces en la cara y en el brazo le recuerdan ese día terrible: «Fue como un destello de luz enorme. Me tapé los ojos y salí disparado. Cuando me incorporé me di cuenta de que estaba cubierto de sangre… Quería saltar al río, el cuerpo me ardía, pero no había sitio. Estaba repleto de gente. No se cabía».

Hiroshima reducida a escombos, el 6 de agosto de 1945, por la bomba nuclear estadounidense.

Que el tiempo borre la percepción real de peligro, que la paz después de esa dramática experiencia siga siendo vapuleada es una preocupación constante.
«Si dejamos de hablar de ello los más jóvenes pensarán que es una historia pasada y perderá importancia».
Sunao Tsuboi, hoy presidente de la Asociación de supervivientes de la Bomba Atómica de Hiroshima, repite su historia; es su manera de salvar y salvarse. A pesar de todo, la paz está lejos de ser la palabra clave y para los hibakushas se trata de una realidad que lacera a diario sus cicatrices.

Radiaciones, quemaduras y un perenne ejercicio de dolor. Foto: ad-efecto.com

¿Y cuando no esté, cuando las memorias vivas de la tragedia ya no puedan contar la historia en primera persona? Según EFE, la edad media de los hibakushas es de 80 años y su número disminuye. Hace una década, 266 598 personas contaban con el certificado que otorgan las autoridades niponas para reconocer a los sobrevivientes de la bomba. En marzo de 2015, la cifra había descendido a 183 519.
Cuando la humanidad pareciera olvidar, las huellas del desastre permanecen. Todavía mueren niños japoneses a causa de las poderosas radiaciones. Hay un dolor que no pasa y aunque estos hechos solo sean motivo de titulares cuando se cumple un aniversario, ahí está la historia de un país, la prueba más fehaciente de uno de nuestros fallos como raza. Hay más, porque ellos son más que números y su sufrimiento no debería ser ajeno.
«Tras el dolor y la rabia acumulada durante años llegué a la conclusión de que ser superviviente tenía que tener un significado. Y ahora lo tengo claro, se trata de contar al mundo de primera mano lo que pasó y convencer de que es esencial acabar con las armas nucleares», explicó a EFE, Ogura, esposa de otro superviviente.
En estos 70 años la carrera armamentista nuclear no ha dejado de desarrollarse, la guerra es una realidad en no pocas regiones del mundo y pende como espada de Damocles sobre la cabeza del planeta. Incapaces de aprender, la paz sigue siendo una quimera.
Mientras varias iniciativas que intentan mantener vivo el testimonio de los supervivientes, como los voluntarios convertidos en herederos de los hibakushas que cuentan sus historias, el actual Gobierno japonés impulsa una reforma constitucional que modificaría el artículo 9 de la Carta Magna. El pilar del pacifismo nipón, después del fin de la II Guerra Mundial, está a debate justo en este aniversario. El proyecto, que permite que las Fuerzas de Autodefensa (Ejército) puedan participar en operaciones en el extranjero, se discute aún; pero analistas esperan que triunfe, sin importar el veto ciudadano, porque el partido tiene mayoría.

Las autodefensas japonesas podrían asumir misiones en el extranjero. Foto: EFE

Si la nación que fue víctima de la locura vive a la altura del aniversario 70 este descalabro en la senda de la paz, solo se confirma el caos; ese caos temible que tortura a los hibakushas, como si el 6 de agosto de 1945 (Hiroshima) y el 9 de agosto de 1945 (Nagasaki) no hubiesen sido suficientes para los japoneses, para el mundo.
Dicen los reportes de prensa que ya todo está listo. Como cada año el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, construido en 1954 cerca del punto donde estalló la bomba, está dispuesto para la ceremonia.  A las 8:15 a.m. inicia el acto en el que participa el primer ministro japonés, Shinzo Abe, no pocos invitados extranjeros y la gente que ha levantado la ciudad sobre sus ruinas. Volverán a sonar las campanas, otra vez se escuchará la Declaración de paz y el cielo que hace 70 años fue opacado inesperadamente con esa nube en forma de hongo, una vez más será atravesado por miles de palomas. Pese a todo, a sus 90 años, dueño de esas cicatrices que no sanan en lo que crecen varias generaciones, Sunao Tsuboi tiene miedo, no a morir, sino a la selectiva memoria humana. Tiene miedo de que se olviden los hondos significados de ese día… cuando era un joven de 20 años y una bomba atómica le cambió la vida.

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  • Agosto 2015Nº 467
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Riesgos de la edición genética (Gratis)

El uso de las herramientas de modificación genética en especies salvajes debe regularse si queremos evitar un daño irreversible a los ecosistemas.
La edición del genoma se ha convertido en un asunto candente después del gran interés que ha despertado el uso de la técnica CRISPR [véase «La edición genética, más precisa», por Margaret Knox; Investigación y Ciencia, febrero de 2015] para modificar embriones humanos. Como testigo del desarrollo de este avance, me preocupa la forma en que podría llegar a utilizarse. Pero no en el sentido en que el lector estará pensando.
Las cuestiones éticas que plantea la ingeniería aplicada a la línea germinal humana sin duda merecen consideración. Sin embargo, no deben distraernos de un problema mucho más acuciante: el creciente uso de CRISPR para corregir los genomas de poblaciones de animales salvajes. A menos que se regule y se contenga en el laboratorio, esta práctica entraña el potencial de alterar rápidamente ecosistemas de una manera perjudicial e irreversible.
Ya se ha utilizado CRISPR para modificar mosquitos y la mosca de la fruta Drosophila melanogaster. Y, en combinación con la técnica del «impulso génico» (gene drive), se ha visto que aumenta enormemente la eficacia para transferir modificaciones a la descendencia y a lo largo de la población. Una vez introducidos, los cambios genéticos se autopropagan; si se liberaran fuera del laboratorio, los efectos se extenderían con cada nueva generación y pronto estarían fuera de control.

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martes, 4 de agosto de 2015

Funciones de la amígdala

 El presente artículo, gratuito en Science, investiga en un modelo en rata,  las rutas neuronales por las que se extinguen los recuerdos negativos. Tal vez si se desentraña la función de la amígdala en dichos experimentos, revierta en el tratamiento de fenómenos como el conocido como estrés postraumático. Es importante identificar las formas en que se "digieren" experiencias dolorosas. Estudios como el que aquí se reseña da una idea de que sin entender el funcionamiento básico del cerebro es imposible abordar sus patologías.

Prefrontal inputs to the amygdala instruct fear extinction memory formation

Science Advances  31 Jul 2015: Vol. 1, no. 6, e1500251
DOI: 10.1126/sciadv.1500251

Abstract

Persistent anxiety after a psychological trauma is a hallmark of many anxiety disorders. However, the neural circuits mediating the extinction of traumatic fear memories remain incompletely understood. We show that selective, in vivo stimulation of the ventromedial prefrontal cortex (vmPFC)–amygdala pathway facilitated extinction memory formation, but not retrieval. Conversely, silencing the vmPFC-amygdala pathway impaired extinction formation and reduced extinction-induced amygdala activity. Our data demonstrate a critical instructional role for the vmPFC-amygdala circuit in the formation of extinction memories. These findings advance our understanding of the neural basis of persistent fear, with implications for posttraumatic stress disorder and other anxiety disorders.
 
Keywords
  • optogenetics
  • prefrontal cortex
  • amygdala
  • fear extinction,memory retrieval,anxiety
  • post-traumatic stress disorder

INTRODUCTION

Anxiety disorders, trauma and stress-related disorders, and phobias (1) are highly prevalent psychiatric conditions that are still inadequately treated. Recent years have seen rapid advances in the understanding of the neural basis of pathological anxiety and the learning processes that underlie anxiety responses associated with a traumatic event, such as fear conditioning and extinction (26). However, there remain outstanding questions regarding the critical functional brain circuits that regulate the formation and extinction of fear memories.
Previous studies have shown that successful fear extinction in rodents is associated with robust activity in the ventromedial prefrontal cortex (vmPFC) (notably, the infralimbic cortex), the medial intercalated cell nuclei of the amygdala (mICNs), and a subpopulation of basolateral amygdala (BL) “extinction” neurons, whereas deficient extinction corresponds to sustained activity in the prelimbic cortex (PL) and a subset of BL (“fear”) neurons (2, 48). Furthermore, electrically or pharmacologically stimulating the vmPFC is found to strengthen extinction in parallel with changes in the excitability and plasticity of BL and mICN neurons, whereas vmPFC lesions or inactivation disrupts extinction and attenuates BL-to-ICN-driven inhibition of central medial amygdala (CeM) output (915).
Collectively, these prior findings propose a model whereby inputs from the vmPFC to the amygdala support the formation of extinction memories and/or gate the expression of these memories. However, previous experimental manipulations either lack precise temporal control over the circuit or affect vmPFC projections not only to the amygdala but also to other target regions implicated in fear, such as the hippocampus, striatum, and midbrain

En busca de los recuerdos

Neurociencia
Gratuito

La morada de los recuerdos

La hipótesis de que las recordaciones se almacenan en las sinapsis puede no ser del todo cierta. El presente artículo gratuito de Investigación y Ciencia va de localizar  dónde habitan los recuerdos, la memoria.

 
Cuando se olvida un recuerdo, ¿se pierde para siempre? Casi todas las investigaciones apuntan a que así es. Un estudio publicado en la revista en línea eLife sugiere que los rastros de una recordación perdida podrían subsistir en el núcleo de una célula, lo que tal vez permitiría su futura evocación o, cuando menos, la fácil formación de una memoria nueva similar a la que se ha perdido.
La teoría actual indica que los recuerdos a largo plazo se conservan en las sinapsis, espacios que atraviesan los impulsos nerviosos para saltar de una neurona a otra. Estas memorias dependen de la formación de una red robusta de esas conexiones neuronales; al degradarse las sinapsis, los recuerdos se debilitan o se esfuman.
En fecha reciente, investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles estudiaron neuronas de babosas de mar cultivadas en una placa de Petri. A lo largo de varios días, las neuronas formaron de manera espontánea cierto número de sinapsis. Seguidamente, se aportó el neurotransmisor serotonina a esas células, lo que provocó la creación de muchas más sinapsis, el mismo proceso por el cual un ser vivo formaría un recuerdo a largo plazo. Tras inhibir una enzima que forma recuerdos y revisar las neuronas 48 horas después, la cantidad de sinapsis había regresado al número inicial, pero las sinapsis individuales no eran las mismas. Algunas de las originales y algunas de las nuevas se retrajeron para recrear el número exacto de sinapsis inicial.
Este hallazgo sugiere que el cuerpo celular de la neurona «sabe» cuántas sinapsis ha de formar, fenómeno que indica que codifica una parte crucial del recuerdo. Los investigadores efectuaron un experimento similar con babosas de mar vivas. Observaron que un recuerdo a largo plazo se podía borrar por completo (según el recuento de las sinapsis destruidas) y reconstruirse depués con solo un estímulo similar. Ello sugiere que alguna información estaba siendo almacenada en el soma de la neurona.
Las sinapsis pueden compararse con los dedos de un pianista, según David Glanzman, de la Universidad de California en Los Ángeles e investigador principal del estudio. Aunque Chopin perdiera los dedos, explica Glanzman, seguiría sabiendo tocar sus sonatas. «Se trata de una idea radical; no lo niego: el recuerdo no se almacena en las sinapsis.»
Otros expertos se muestran intrigados por estos hallazgos a la vez que mantienen cierta cautela sobre su interpretación. Incluso si las neuronas retienen información sobre cuántas sinapsis han de formar, no queda claro cómo determinan su ubicación o su vigor, dos componentes cruciales para el almacenaje de recuerdos. Aun así, el trabajo muestra que las sinapsis podrían no quedar petrificadas al codificar recuerdos, pues pueden agostarse y volverse a formar conforme el recuerdo se debilita o refuerza. «Los resultados son bastante sorprendentes», apunta Todd Sacktor, del Centro Médico Downstate de la Universidad estatal de Nueva York. «Se ha tenido siempre la presunción de que son unas mismas sinapsis las que almacenan el recuerdo. En esencia, lo que [Glanzman] dice es que se trata de algo mucho más dinámico.»

Siete décadas de fotografía soviética

Soviet photo magazine
Las fotos de una exposición que vale la pena, descubren los entresijos de la vida cotidiana en la URSS
(CCCP). Pueden ver algo en "The Guardian" de hoy. Muy recomendables.