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sábado, 3 de septiembre de 2011

Congresista por Oregon renuncia por escándalo

La noticia proviene de EE.UU.

No tiene nada que ver con si la nación líder del planeta es AAA o si ha descendido a los infiernos por los tejemanejes financieros y las guerras del petróleo, que son tela marinera.

Tampoco reseña el penúltimo discurso del presidente Obama, que cada vez se ve más cansado.

Es la breve crónica de David Wu, que hasta hace poco era el primer chino-americano en pisar el congreso estadounidense como representante por Oregon. Algo que en USA es relevante

Wu ha renunciado acosado por la información ventilada por un periódico de tercera fila sobre sus presuntas relaciones sexuales con una menor.

Vergüenza para él ya que la muchacha implicada resultó ser hija de un amigo y donante de su campaña.

Todo sea dicho: hay menores y menores.

Es decir, hay menores que no tienen ningun reparo en implicarse alegremente en prácticas sexuales con quien les de la gana.

Pero en el presente embrollo Wu estaba obligado, por respeto a su amigo  y también a su cargo de abstenerse.

Wu ha salido con un galimatias de que se encontraba estresado y padecía trastornos nerviosos.  A ver si alega neurosis maníaco depresiva.

De momento la familia de la menor no ha presentado cargos. Tal vez sea por no provocar mayor escándalo.

Pues nada, algo como para la "Crónica Universal de la Infamia"

viernes, 2 de septiembre de 2011

Etarras balseros

La noticia resultaba mínima  y casi deleznable.

Aparecía en la primera de El País, que abría con la foto de familia de los gobernantes europeos, Sarkozi y Merckel en primera fila, reunidos para reconducir el futuro de Libia, y sobre todo asegurarse de que no falle la producción de petróleo.

Leí dos informaciones sobre crímenes en Latinoamérica: en Mexico, en Argentina. dos periodistas y una niña de 11 años respectivamente.

Repasé ávidamente todas las cabeceras, hasta dar con un titular curioso que daba cuenta de la captura en aguas venezolanas, de tres etarras salidos desde Cuba a Venezuela.

Los prófugos habían alquilado una embarcación de paseo patroneada por un haitiano.

Su intención era abandonar definitivamente Cuba, donde habían permanecido en torno a 20 años.

Imaginé su salida desde la Marina Hemingway: el calor sofocante, el cielo límpido.

En una carta a El País habían dado cuenta de sus motivos: se quejaban de vivir en un régimen carcelario, que los dejaba en un vacío legal.  Sin papeles.

Para cualquier gestión les hacían dirigirse a las autoridades españolas.

Su intento de fuga deja algo descolocados al resto de etarras residentes en la isla caribeña.

Podrían, es un decir, aprovechar y ponerse al día con la justicia, liberarse de una vez por todas del genuino oficio carcelero que pesa sobre ellos: el de ETA.  

Los días de la organización terrorista están contados. Ellos/as lo saben.

A ver si no terminan exilados en Haití.