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viernes, 20 de abril de 2012

El esperado final de ETA

Paisaje de Euskadi
Desde el 23 de octubre de 2011 cuando tres encapuchados de ETA anunciaron el "cese definitivo de su actividad armada" se respira en España un clima muy diferente: se ha evaporado el permanente terror a un nuevo atentado, el auténtico miedo, que era la marca de fábrica de la banda.


Ahora es imprescindible que ETA acabe de entregar las armas. Que piensen que no será una odiosa ceremonia de humillación sino sencillamente la consecuencia práctica de su abandono de la lucha armada. Cuando lo hagan habrá oportunidades para la grandeza.


ETA, con 43 años de "trayectoria militar", ya no pierde (ni debería ganar) nada al reconocer abiertamente el inmenso dolor que han causado a las numerosas víctimas. También hubo muertos, y familias destrozadas, entre los militantes de la organización terrorista. No se trata de emprender una obscena clasificación entre víctimas sino de sanar todas las heridas para seguir adelante.


En este contexto prometedor resulta una excelente noticia  que el gobierno del PP esté considerando la aplicación del tercer grado, si obtiene la libertad condicional, a Manuel Fernández Pérez de Nanclares, ex etarra detenido en 1992 por colaborar con el comando Vizcaya. Fue cómplice en un atentado a un guardia civil, al dar cobijo en su casa al asesino Javier Martinez.

Fernández Pérez rompió con ETA 10 meses antes del cese de las acciones armadas. Eso es valor.

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