Curar la homosexualidad

Para quienes no han oido hablar del doctor estadounidense Robert L. Spitzer, les diré que se trata de quien fuera un prestigioso psiquiatra que en el año 2003 se hizo muy  famoso con un estudio que avalaba, según él, que la homosexualidad podía "ser tratada y curada", mediante su terapia. Para algunos este hombre, que ahora tiene 80 años y padece de Parkinson, podía bien tratarse de uno de los padres de la psiquiatría moderna.
El sujeto venía a apoyar con argumentos pseudocientíficos los planteamientos de ciertos grupos religiosos, de los que en España tenemos buena muestra en un obispo especialmente beligerante, cual inquisidor mayor y martillo de pecadores. Todo sea dicho: en los años 70 la homosexualidad se clasificaba entre las perturbaciones o enfermedades psiquiátricas: un trastorno sociopático. 

Afortunadamente ya los planteamientos de Spitzer  no se consideran científicos. La Organización Mundial de la Salud  (OMS) se ha pronunciado explicítamente sobre la terapia contra la homosexualidad, tildándola de "seria amenaza a la salud, bienestar e incluso a la vida de las personas afectadas". Existen testimonios de pacientes cuya vida quedó destrozada por la experiencia
reorientadora.

Con la reciente declaración del presidente Obama, electoralista y bastante interesada, el asunto de los derechos de los homosexuales a formar familias ha cobrado una inusitada actualidad en USA. Algunos estados son especialmente renuentes a las uniones, matrimonios o lo que sea, entre personas del mismo sexo.

El doctor Spitzer, por su parte, más vale tarde que nunca, ha pedido perdón a los colectivos homosexuales : “I believe,” it concludes, “I owe the gay community an apology.”



Los homosexuales han sido sometidos a una criminal persecusión bajo distintas dictaduras entre ellas el nazismo alemán. Y la discriminación vinculada a la orientación sexual aún caracteriza muchas sociedades  aparentemente "civilizadas" pero donde impera la más estricta (y multiforme) homofobia.