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jueves, 7 de agosto de 2014

El almiquí: un fósil cubano vivo

Artículo de Yamilé Luguera González museóloga especialista del Museo de Historia Natural de Cuba.

AlmiquíLa Habana, (PL) Dentro de las especies endémicas cubanas existen algunas tan antiguas que mantienen rasgos de épocas geológicas pasadas. El manjuarí y el almiquí son dos exponentes de esta afirmación.

Su origen se remonta a más de 30 millones de años, en lo que es hoy territorio norteamericano. Existen sólo dos especies refugiadas en bosques lluviosos: el Solenodon cubanus, en Cuba, y el Solenodon paradoxus, en República Dominicana.

El origen de las musarañas antillanas ha resultado ser hasta ahora el mayor enigma biogeográfico de la fauna de mamíferos terrestres de la región, según afirma Gilberto Silva Taboada en su compendio sobre Mamíferos autóctonos vivientes y extinguidos de Cuba.

Es opinión generalizada que los almiquíes antillanos constituyen el grupo de mamíferos que primero se emplazó en el territorio insular.

El género Solenodon comprende cuatro especies, las dos mencionadas anteriormente, vivientes, y dos extintas Solenodon arredondoi (Cuba) y Solenodon marcanoi, (La Española).

El almiquí habitó en toda Cuba, aunque su densidad poblacional fue siempre muy baja; pasó inadvertido para los colonizadores y en residuarios aborígenes sus osamentas son escasas.

Es una musaraña de hábitos nocturnos. Su dieta es muy variada, incluye arañas, gusanos, insectos, mariposas, moluscos terrestres, anfibios, reptiles, huevos y polluelos de aves que anidan en el suelo. Consume en una noche 25 por cinto de su peso en alimentos.

Habita en madrigueras construidas a modo de túneles que pueden llegar a medir hasta 27 metros. Allí tienen sus nidos recubiertos con hojas de Bromelias.

Sus poblaciones han declinado por la destrucción de los bosques naturales donde habita, y la depredación por gatos y perros jíbaros, ambas catalogadas como especies exóticas invasoras.

Como curiosidades se conoce que tienen el sentido de la vista escaso, pero muy desarrollados el oído y el olfato, son muy sensibles a la luz solar, duermen todo el día en una especie de letargo profundo, al punto de que si se le ofrece su alimento preferido lo ignora totalmente.

En la zona montañosa entre Trinidad y Cienfuegos se conocía con el nombre de Tacuache y es el único mamífero venenoso de Cuba, presenta dos incisivos acanalados conectados a dos glándulas en la mandíbula inferior que segregan el veneno, utilizado principalmente para neutralizar a sus presas.

En el zoológico de La Habana vivió un ejemplar durante casi 12 años, una hembra nombrada Mayarina, que ostenta hoy el récord de vida entre los 16 almiquíes que se han mantenido en cautiverio.

Es una especie difícil de ver en su estado nativo, pero en el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba se muestran dos ejemplares que forman parte de la exhibición transitoria, Naturaleza Cubana.

Ambos poseen un alto valor histórico, según Silva Taboada, Curador de Mérito del Museo, quien afirma que estos ejemplares fueron colectados en 1877 en las lomas de Bayamo, por Johann Christoph Gundlach (1810-1896), destacado naturalista alemán que trabajara 20 años en Cuba.

El propio Gundlach los taxidermió y fueron expuestos por primera vez en la hacienda Fundador, residencia de la familia de Carlos Booth, ubicada a orillas del río Canímar.

Los dos ejemplares de almiquí continuaron en propiedad de Gundlach desde 1864 hasta 1892, momento en el que vendió toda su colección al gobierno colonial.

Con la creación de la Academia de Ciencias de Cuba después del triunfo de la Revolución, los ejemplares de almiquí se depositaron en el Museo y formaron parte de sus primeras exhibiciones, en el Capitolio de La Habana.

Hoy el Solenodon cubanus se encuentra en grave peligro de extinción, habita solo en lugares muy intrincados del Parque Nacional Alejandro de Humboldt.

Desde 2010, investigadores cubanos y japoneses trabajan en un proyecto enfocado a llenar el vacío que existe en el conocimiento del almiquí y llamar la atención de la comunidad científica y conservacionista internacional.

La comunidad de Arroyo Bueno, entre todas las del Parque Nacional, es la más cercana a la zona de estudio (16 km). Sus pobladores son los únicos en la región que han visto al almiquí en vida.

Ellos son los protagonistas del éxito de estas expediciones. Muchos trabajan en la estación ecológica y colaboran con el estudio y la preservación de la especie conocida metafóricamente como uno de nuestros fósiles vivientes.


rc/ylg

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