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martes, 10 de julio de 2012

Hemingway y San Fermín

Paisaje cerca del bosque Irati
Cuando Ernest Hemingway asistió a su primer San Fermín, en 1923, posiblemente no sabía que iba a encontrar la inspiración necesaria para crear "The sun also rises". Pero allí lo tenía todo: pasión desbordada, alcohol a tutiplen, mientras en su país imperaba la ley seca, sexo entreverado con tradición religiosa. La novela recoge las andanzas sanfermineras de un heterogéneo grupo de estadounidenses y británicos expatriados residentes en París, pero que se desplazan a España en busca de las emociones fuertes asociadas con las corridas de toros, y ese caracter apasionado y hasta cruel que los europeos de más allá de los Pirineos atribuyen a los nativos de Iberia.
Hemingway adoraba a España, casi tanto como a Cuba. Y eso se nota mucho en su novela que entre otras cosas descubrió al mundo la gran fiesta taurina navarra. "The sun also rises" puede parecernos hoy un poquito moralizante. Hay un personaje femenino, una tal Lady Brett Ashley, a quien un par de divorcios y la inocente costumbre de meterse en la cama de cualquier hombre que le guste, la convierten en encantadora y reincidente pecadora. Por otro lado están los machos de la manada sanferminera: Jack Barnes, el protagonista, un ex combatiente de la I Guerra Mundial, impotente por una lesión no especificada. Entre Brett y Barnes nace un sentimiento muy calenturiento que Hemingway se niega a resolver de mejor manera, como si el sexo se redujera obligatoriamente a la penetración del varón a la fémina. Eso provoca oleadas de pasión contrariada en Barnes ya que Brett no se corta un pelo y  se liga a otro americano del grupo, el coprotagonista Robert Cohn. Hay una tamaña bronca entre los tipos, vamos. Y como la aristócrata británica es un pendón verbenero en estado puro,  seduce a Romero, un "matador" de 19 añitos, posiblemente menor de edad para la época. Con tanta frustración, sexo y juerga, hay mucho mal rollo y todo termina como el rosario de la Aurora: cada uno por su lado. Pero Hemingway llama la atención de legos y entendidos con una novelita corta y alcohólica no anónima (de media consumen unos tres Martinis de aperitivo y tres botellas de vino para acompañar la comida)..
"Papa" Hemingway regresó a Pamplona para la fiesta de 1924 y reincidió en 1925. Ya era bien conocido en la ciudad. En una corrida el maestro Cayetano Ordoñez le dedicó una oreja a su esposa. El monumento al escritor conmemora su intensa historia de amor por Navarra y sus sanfermines.

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