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miércoles, 19 de septiembre de 2012

El Rey toma la palabra

Es bastante infrecuente, por no decir muy raro, que el jefe del estado español se pronuncie. Pero lo ha hecho. El motivo está claro: viene a ser una reacción a la manifestación de la Diada en Cataluña (11/9), multitudinaria y pacífica, que indicaba a las claras el fuerte sentimiento independentista. Algo que, con el debido respeto a SM, es cualquier cosa menos que una quimera, que en rigor es un transgénico inventado, un animal mitológico, el can cerbero o la Gorgona. Si existen límites constitucionales para satifacer las aspiraciones de muchos catalanes siempre hay salidas o soluciones democráticas con el compromiso entre las partes involucradas. La carta sin firma de Juan Carlos de Borbón también alude al trabajo, esfuerzo, mérito y demás valores necesarios en una sociedad sana. Pero en la práctica bastante olvidados o abiertamente menospreciados en una sociedad real (de verdad) que con demasiada frecuencia valora el chanchullo como forma de vida, el nepotismo, la estafa cuando no el delito encubierto. La Casa Real ha emprendido una campaña proactiva de acercamiento a los ciudadanos que se manifiesta de momento mediante una web renovada, y los 16 bonitos posados de los príncipes y sus hijas. Las monarquías son instituciones antiguas y complejas cuya valoración por los ciudadanos del siglo XXI depende en gran medida de su ejemplaridad y entrega. Aquí va el texto de la carta.

Texto íntegro de la carta

"No soy el primero y con seguridad no seré el último entre los españoles que piensa que en la difícil coyuntura económica, política y también social que atravesamos es imprescindible que interioricemos dos cosas fundamentales. La primera es que solo superaremos las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a la vez. Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar. En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido.
La segunda es que, desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que brillaron en particular en nuestra Transición Democrática: el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia a la verdad en exclusiva.
Son esos los valores de una sociedad sana y viva, la sociedad que queremos ser y en la que queremos estar para superar entre todos las dificultades que hoy vivimos".

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