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sábado, 26 de febrero de 2011

Libia o la sangre derramada.

La respetable comunidad internacional, la ONU, la EU, la OTAN, el actual Gobierno estadounidense, del presidente Obama, (en el que algunos cándidos pusimos tantas esperanzas), y que de cierta manera rige los destinos del mundo, permanecen casi impotentes.

Iracundos pero boquiabiertos. Como mesmerizados, ante la situación que se desarrolla en Libia. En espera de aprobar no se sabe qué resoluciones, qué medidas de embargo, algo que no sea contemplarar y no hacer nada.

Al menos aciertan a disponer aviones para sacar a sus nacionales.

Algunos elaboran hipótesis sobre el número de posibles refugiados. Temen que se desborden las fronteras y que nos alcance una imparable ola de personas desesperadas.

Las noticias en la web y los medios escritos dicen poco, nada o algo bastante malo. Gadafi cuenta con reservas de gas mostaza. Una forma relativamente sencilla de aniquilar oponentes.

Nadie sabe en definitiva cuántos civiles han muerto. No se sabrá nunca.

¿Puede haber acción más cobarde que ametrallar desde un avión a una multitud inerme que protesta?

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