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sábado, 28 de noviembre de 2015

Terrorismo y refugiados

En estos momentos, Europa tiene dos retos: el terrorismo y la crisis de personas refugiadas; son dos cosas distintas y solo una de ellas es una amenaza.
Tras los atroces atentados del pasado 13 de noviembre en París, la Unión Europea (UE) debe resistir el impulso de cerrar aún más sus fronteras exteriores, pues con ello seguiría fomentando una serie de abusos contra los derechos humanos sin conseguir mejorar la seguridad ni detener la afluencia de personas refugiadas; personas que huyen de ese mismo tipo de violencia.
Ahora más que nunca debemos solidarizarnos con quienquiera que haya sido víctima de la violencia y la guerra, incluidas las personas refugiadas. Sellar la fronteras de Europa no es la respuesta. Los gobiernos de la UE se están gastando ya millones en vallas, sistemas de vigilancia de alta tecnología y guardias de fronteras. Estas fronteras fortificadas de Europa están poniendo además en grave peligro a algunas de las personas más vulnerables del mundo y generando una situación de emergencia humanitaria. A lo largo de las vallas de laFortaleza Europa están quedando atrapadas miles de personas, que se ven obligadas a seguir caminando durante semanas y meses, durmiendo a la intemperie a pesar del frío. Cerrar las fronteras terrestres con vallas, e intentar que países vecinos, como Turquía Marruecos actúen como tapón, tiene como consecuencia directa que se esté negando a personas refugiadas el acceso a procedimientos de asilo, exponiéndolas a abusos a los derechos humanos y empujándolas a emprender peligrosos viajes por mar que pueden costarles la vida.
Ceder ante el miedo no protegerá a nadie; la negativa a brindar solidaridad a las personas que buscan refugio en Europa, a menudo tras huir de ese mismo tipo de violencia, supondría una cobarde abdicación de la responsabilidad y una trágica victoria del terror sobre la humanidad.
Para ello, es necesario que se establezcan rutas gestionadas, seguras y legales de entrada en Europa y procesos de selección justos, eficientes y rigurosos que cubran las necesidades de las personas refugiadas. Esos mismos procesos deben estar capacitados para abordar la necesidad de identificar posibles amenazas a la seguridad. (Tomado del llamamiento de Amnistía Internacional)
¡ACTÚA!

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