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martes, 8 de julio de 2014

Pamplona underground: lo cutre y peligroso

Desde luego que si la señora exhibe su fornido corpachón, fastidia la fiesta. Gora sus mamarias.
Y hubo tetas, pero Google las tiene prohibidas, así que les dejo a una voluntaria que no contribuye demasiado a la lujuria y el desenfreno.
Esta fiesta hermosa se ve empañada por la conducta de ciertas bestias peludas ( no los nobles toros) como el bípedo que captó el Diario de Navarra. Se trata de una maléfica y reciente moda, que no tradición, de lanzarse desde la Fuente de Navarrería,  uno de los símbolos de identidad de la ciudad. Abajo lo esperan extasiados, los/las cómplices de tamaña horterada. No, amigos/as de todo el mundo, no forma parte de ninguna tradición navarra y/o española. Las consecuencias de un mal giro pueden provocar, por ejemplo, fractura de cervical. Basta que el tontainas lleve unos vinos de más o sus granitos de coca. El Ayuntamiento pamplonica ha hecho todo lo posible por combatir tales gillipolladas. Incluso brindar información detallada mediante una nueva pantalla, repartir, follletos, todo. Si quieren venir a morir en Pamplona, es cosa de ellos. Pero, por favor, que les cobren la asistencia médica y las exequias. Eh.



La última víctima
"Un joven estadounidense de 25 años se encuentra ingresado en el Complejo Hospitalario de Navarra con una fractura cervical, de carácter grave, producida a consecuencia de la caída sufrida este domingo al saltar desde la fuente de Navarrería, en el casco viejo de Pamplona. 

R.B.O., de 25 años, va a ser intervenido quirúrgicamente de una fractura cervical en C6, según el parte médico facilitado hoy en el hospital, donde permanece "estable", ingresado en la planta de neurocirugía". 


Otra historia. Es la de una guiri muy intelectual, estudiante de arte que, fascinada por la fiesta, se cogió por un anuncio en Internet una habitación, en lo que ella esperaba sería una "pensión típica de ambiente familiar". Lo feo del asunto es, que lo barato sale caro. No se encuentra en Pamplona nada medio decente por unos 37/40 euros en las proximidades de la fiesta. La guiri llegó al prometido paraíso y encontró  un "piso patera", rebosante de colchones y personal variopinto colocado. "Lo tomas o lo dejas guapa", le dijo su arrendatario que tan gentil se había mostrador. La verdad es que se lo había ganado con creces.

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