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viernes, 26 de abril de 2013

Conversaciones con Jorge Bergoglio

Me atrevo a recomendar el presente libro a todos los lectores que deseen conocer al hombre que hoy rige los destinos de la iglesia católica; el porteño Jorge Bergoglio. Es un documento imprescindible para vaticanistas en ciernes, cristianos de cualquier confesión. O simplemente letraferits ávidos de conocimiento. Me parece modélico el trabajo de Sergio Rubin Y Francesca Ambrogetti. Eso es periodismo de calidad.
La personalidad del Papa Francisco es cuando menos fascinante. Y aquí se habla de todo, a fondo y sin cortapisas: la postura de la iglesia frente al aborto, el divorcio, el celibato, la pederastia y todo lo que siempre han deseado saber y no se atrevían a preguntar.
Se profundiza en las horas más oscuras de Argentina, la dictadura, y la postura de la iglesia frente a ella. He copiado íntegro un texto que el hoy Papa tenía en su pequeño despacho cuando era arzobispo de Buenos Aires. Me ha recordado el poema de "Los dones" de Borges. Espero que agnósticos (es mi caso) o beatos empedernidos sepan reconocer su excelencia.

“Quiero creer en Dios Padre, que me ama como un hijo, y en Jesús, el Señor, que me infundió su Espíritu en mi vida para hacerme sonreír y llevarme así al reino eterno de la vida


Creo en mi historia, que fue traspasada por la mirada de amor de Dios y, en el día de la primavera, 21 de septiembre, me salió al encuentro para invitarme a seguirlo.

Creo en mi dolor, infecundo por el egoísmo, en el que me refugio.

Creo en la mezquindad de mi alma, que busca tragar sin dar.

Creo que los demás son buenos, y que debo amarlos sin temor y sin traicionarlos nunca para buscar una seguridad para mí.

Creo en la vida religiosa.

Creo que quiero amar mucho.

Creo en la muerte cotidiana, quemante, a la que huyo pero que me sonríe invitándome a aceptarla.

Creo en la paciencia de Dios, acogedora, buena como una noche de verano.

Creo que papá está en el cielo junto al Señor.

Creo que el padre Duarte también está allí intercediendo por mi sacerdocio.

Creo en María, mi madre, que me ama y nunca me dejará solo.

Y espero la sorpresa de cada día en la que se manifestará el amor, la fuerza, la traición y el pecado que me acompañarán hasta el encuentro definitivo con ese rostro maravilloso que no sé cómo es, que le escapo continuamente, pero que quiero conocer y amar. Amén”

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