Saturday, March 04, 2006
La gata de la foto se llama Cira. Fue una gran compañía, aunque yo no fuera su dueña. Los gatos no tienen dueños, sólo amigos, detractores y adoradores. |
El gato del rabino
En Praga la oscura y junto al río,
convivían un gato y un rabino
que ocupados en místicos afanes,
de la noche a la mañana, sonreían.
El gato era gris y zalamero,
muy amigo de arcanos y sardinas,
un felino cabalista muy versado,
en espejos, silencios y mininas.
Los días y los trabajos eran leves
para el gato consentido del rabino,
no hacía más que contar altas estrellas,
y atusarse la cola con gran mimo.
Pero un treinta de abril, cruel y lluvioso,
terminó el paraíso del felino.
vio al Golém, pegó un bote, y asustado,
escapó despavorido hasta el tejado.
“Oh qué dios chapucero y simplón,
ha soñado a éste bicho malsano.
un engendro, ni ángel ni ratón,
que remeda lo peor de lo humano”,
dijo El Aleph a su amigo Platón
como él otro gato exiliado.
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