Raúl Castro |
Primero vino la autorización (y casi obligatoriedad) del trabajo por cuenta propia. Pese a que la lista de actividades resultó irrisoria para muchos "cubanólogos" y académicos del desastre cubano, para los habitantes de la isla venía a ser un soplo de aire fresco:podían seguir haciendo sus humildes negocios particulares sin temor al castigo.
Si, como ha anunciado Raúl Castro, se modifican las leyes migratorias, de tal manera que los cubanos puedan ejercer el derecho a viajar a otros países (cualquiera que puede pagárselo viaja fuera de su país de origen) se añade otra alegría. Más bien otro paso hacia la normalización de las cosas en Kuba.
Sería deseable que ya que el gobierno cubano "mueve ficha", cesaran las ridículas injerencias contra un país que ya tiene suficiente castigo con su economía paupérrima.
Cuba no debería figurar en ninguna clasificación como país que promueve el terrorismo.
Las primeras en beneficiarse del cese del embargo impuesto a la isla serán empresas norteamericanas.
Respecto a la disidencia interna, tal vez sería muy sano para todo el país que contaran con un espacio propio de actuación. Pero hay algunas corrientes irresponsables promovidas por santones del anticastrismo más rancio con raices en Miami, que celebran las salidas de balseros, y las huelgas de hambre como métodos de lucha, mientras ellos, cómodos e intocables, perpetran novelones y se lucen como patriotas en la vida social de los cubano-americanos.
Ningún cubano debería arriesgar su salud por motivos políticos. Es de vergüenza apelar a los muertos para sustentar la opinión propia. Morir por la Patria no es vivir. Antes que todo está el respeto a la propia vida.
Pues muy bien Presidente Raúl, dele caña al mono y pa´lante el carro.