Leo en "El País" que "Google" ha suprimido ipso facto una inocente aplicación que permitía, de forma medio jocosa y más bien tontaina, transformar una fotografía propia en algo así como el estereotipo de un chino (o perdón, un asiático) o de un aborigen americano (un indio de western, vamos). La verdad es que no sé hasta que punto va a llegar la pretendida corrección política. Parece que no habrá lugar para el sentido del humor, ya que dicho programa no insultaba a nadie que no se lo cogiera con papel de fumar. Los mismos remilgos tiene el coloso buscador con el cuerpo humano: prueben a colgar un desnudo, así sea la mismísima "La maja desnuda" (por más que la vestida es, con diferencia, mucho más sensual) y es posible que les denieguen el servicio. Supongo que las fiestas de carnaval y el espíritu transgresor de esos días que preceden a la Cuaresma, resultan muy impropias para el servicio de Google: Así que nada de disfraces provocativos, por si acaso.
El mundo en que nos ha tocado vivir nos sirve en directo y a la hora de la cena, horrendas visiones de las múltiples guerras desatadas. Si se captura a un fugitivo y se le ultima como a un perro rabioso, contemplamos sus despojos extasiados y tranquilos. Que profunda hipocresía, que doble moral galopante. Que miedo a las palabras. Miles de niños vietnamitas resultaron heridos, muertos o abrasados con napalm. Pero ojo, nada de disfrazarse de asiático de opereta. Y qué decir de los aborígenes norteamericanos, masacrados y reducidos a reservas, casi como un antecedente de los campos de exterminio.