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lunes, 23 de julio de 2012

"Oda al gato" de Pablo Neruda

El gran poeta Pablo Neruda escribio esta hermosa "Oda al Gato":




Los animales fueron


imperfectos,


largos de cola, tristes


de cabeza.


Poco a poco se fueron


componiendo,


haciéndose paisaje,


adquiriendo lunares, gracia, vuelo.


El gato,


sólo el gato


apareció completo


y orgulloso:


nació completamente terminado,


camina solo y sabe lo que quiere.


El hombre quiere ser pescado y pájaro,


la serpiente quisiera tener alas,


el perro es un león desorientado,


el ingeniero quiere ser poeta,


la mosca estudia para golondrina,


el poeta trata de imitar la mosca,


pero el gato


quiere ser sólo gato


y todo gato es gato


desde bigote a cola,


desde presentimiento a rata viva,


desde la noche hasta sus ojos de oro.


No hay unidad


como él,


no tienen


la luna ni la flor


tal contextura:


es una sola cosa


como el sol o el topacio,


y la elástica línea en su contorno


firme y sutil es como


la línea de la proa de una nave.


Sus ojos amarillos


dejaron una sola


ranura


para echar las monedas de la noche.


Oh pequeño


emperador sin orbe,


conquistador sin patria,


mínimo tigre de salón, nupcial


sultán del cielo


de las tejas eróticas,


el viento del amor


en la intemperie


reclamas


cuando pasas


y posas


cuatro pies delicados


en el suelo,


oliendo,


desconfiando


de todo lo terrestre,


porque todo


es inmundo


para el inmaculado pie del gato.


Oh fiera independiente


de la casa, arrogante


vestigio de la noche,


perezoso, gimnástico


y ajeno,


profundísimo gato,


policía secreta


de las habitaciones,


insignia


de un


desaparecido terciopelo,


seguramente no hay


enigma


en tu manera,


tal vez no eres misterio,


todo el mundo te sabe y perteneces


al habitante menos misterioso,


tal vez todos lo creen,


todos se creen dueños,


propietarios, tíos


de gatos, compañeros,


colegas,


discípulos o amigos


de su gato.


Yo no.


Yo no suscribo.


Yo no conozco al gato.


Todo lo sé, la vida y su archipiélago,


el mar y la ciudad incalculable,


la botánica,


el gineceo con sus extravíos,


el por y el menos de la matemática,


los embudos volcánicos del mundo,


la cáscara irreal del cocodrilo,


la bondad ignorada del bombero,


el atavismo azul del sacerdote,


pero no puedo descifrar un gato.


Mi razón resbaló en su indiferencia,


sus ojos tienen números de oro.

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