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lunes, 23 de julio de 2012
"El gato del rabino" de A.M. Quevedo
Quería rendir un homenaje a Borges y a mi gata STACY y a el Floss y a la Pulga, y al arisco Misery. A todos los gatos/as que me han enseñado zen, valor y dignidad. A los gatos guerrilleros que sobreviven en la calle sin perder su gracia. Entonces, pensando en ellos/as perpetré una especie de poema.
El gato del rabino
En Praga la oscura y junto al río,
convivían un gato y un rabino
que ocupados en místicos afanes,
de la noche a la mañana, sonreían.
El gato era gris y zalamero,
muy amigo de arcanos y sardinas,
un felino cabalista muy versado,
en espejos, silencios y mininas.
Los días y los trabajos eran leves
para el gato consentido del rabino,
no hacía más que contar altas estrellas,
y atusarse la cola con gran mimo.
Pero un treinta de abril, cruel y lluvioso,
terminó el paraíso del felino.
vio al Golém, pegó un bote, y asustado,
escapó despavorido hasta el tejado.
“Oh qué dios chapucero y simplón,
ha soñado a éste bicho malsano.
un engendro, ni ángel ni ratón,
que remeda lo peor de lo humano”,
dijo El Aleph a su amigo Platón
como él otro gato exiliado.
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