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domingo, 9 de enero de 2011
Equipo de seguridad de la Casa Blanca en época de Bush (Jr.).
La foto de Susan Sterne muestran al equipo de seguridad del presidente Bush. Y no se trata de otra filtración "made by Assange".
El perro con manchas marrón y orejas caídas, era el oficial encargado de seguir al presidente, hasta en sus momentos más íntimos. Bastante silencioso, despertaba a lenguetazos al ocupante de la sala oval.
El "scotish", negrísimo y con orejas erectas, tenía por función el pesquisaje de explosivos. Lo malo es que a veces confundía las ventosidades presidenciales con goma 2.
La genuina estrella indiscutible del equipo era, y sigue siendo "India", la gata adorada por la señora Bush. El inteligente animal fue objeto de una errónea intervención de la CIA. Un agente le instaló un nanochip, a fin de reforzar las medidas de seguridad en torno al presidente.
Lo cierto es que no era una mala idea. En principio India era, con diferencia, el ser viviente más cercano a los Bush. Y se metía por donde le daba la gana. Los perros, dóciles y dependientes de sus entrenadores, la envidiaban. Pero tenían que tragar, porque estaba de por medio la Primera Dama.
Cuando Laura Bush, mucho más inteligente que su marido, descubrió que a su gata favorita le habían implantado un GPS, montó en cólera. Se lo tomó como una intolerable intromisión en su intimidad.
El agente que fraguó la iniciativa salió, con el rabo entre las piernas, por la puerta de servicio de la Casa Blanca. Le recomendaron que acudiera a un servicio de salud mental. El pobre tipo convulsionaba cada vez que veía un cat.
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