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domingo, 19 de mayo de 2013

Marilyn y JFK:sexo y poder




Cuando el entonces presidente de Estados Unidos J. F. Kennedy (JFK) llevó adelante la desastrosa aventura de Playa Girón, Cuba (Bahía de Cochinos para la CIA) contra la Revolución cubana, comencé a escuchar hablar, muy mal por cierto, de aquel hombre tan importante que habitaba en la Casa Blanca. Las consignas revolucionarias callejeras que escuchaba lo tildaban de "burro", "idiota", y toda una colección de variopintos insultos entre los que no faltaban referencias al oscuro pasado de su padre, "un verdadero tahúr", sus cercanos contactos con la mafia o "cosa nostra" siciliana, su escasa solvencia como estadista, cuya presidencia había sido financiada por los bajos fondos. Tal vez por tan temprano acercamiento a un personaje histórico, que se había metido en mi vida, en cuanto tuve la oportunidad, leí todo lo que  pude sobre su personalidad y la época que le tocó gobernar Estados Unidos (y parte del mundo). Cuando estuve trabajando en Estados Unidos me dí gusto y fatigué un número elevadísimo de biografías, la mayoría laudatorias, o cuando menos contenidas. Hay bibliotecas completas dedicadas a JFK. Existen multitud de estudios académicos sobre su administración. En torno a su gestión de la Crisis de Octubre (En Cuba también) preferí consultar la bibliografía que me suministraron en La Habana. Todavía queda mucho material clasificado que no verá la luz hasta 2019. Pero lo que reseño aquí es de otra índole.
El libro que les sugiero se editó en castellano en España en 2010, y tiene todo lo que no se encuentra en las biografías al uso, principalmente por no tratarse de una biografía. Su autor, F. Forestier (65), con una pluma muy ágil, diseca sin remilgos la tórrida relación de JFK y Marilyn Monroe. Rodeados de micrófonos de todos los bandos. Metidos en las miserias cotidianas del poder. Ella una mujer profundamente desgraciada e insegura. Desaseada. Adicta a las pastillas. JFK enganchado al sexo rápido.  La pobre Marilyn aspiraba a convertirse en "First Lady". La verdadera "First Lady" tampoco sale bien parada. Y las peripecias de los servicios de inteligencia (?) son antológicas. Sobre todo las descripciones acerca de Edgar Hoover, entonces (y durante muchísimos años) al frente del FBI. Es un libro muy ameno que recorre el revés de la trama de dos seres convertidos en mitos del siglo XX. A continuación va un extracto.


"Marilyn baila. En su casa, con una música latina, pone en práctica las lecciones de su coreógrafo Jack Cole durante el rodaje de El multimillonario. Estuvo ensayando durante semanas las ondulaciones, los movimientos de hombros, de caderas que tenía que ejecutar para Yves Montand y que le salen con naturalidad. Ante su amiga Jeanne Carmen, una actriz de décima categoría, Marilyn parece estar de fiesta. Se sube a los sillones, empieza una danza del vientre y canturrea al compás:
-First lady! First lady! [¡Primera dama! ¡Primera dama!].
Hay algo patético y conmovedor en esta rumba solitaria, en esta alegría fabricada. ¿Piensa Marilyn en realidad que va a ocupar el lugar de Jackie Kennedy? Jeanne Carmen es testigo de esta ilusión: Marilyn tiene cada vez menos contacto con la realidad. Vive en un mundo de fantasía, de sueño. Tiene una vaga conciencia de la imposibilidad de sus esperanzas, pero también conoce la fuerza del deseo que despierta. Para ella no hay nada imposible. Nada. ¡Es Marilyn!
Confusamente, es consciente de que va cuesta abajo. El punto álgido de su carrera ha pasado, tiene 35 años. Sólo le queda esperar a los 40, la edad fatal en aquellos años para una actriz. Son pocas las que superan este límite, salvo para encontrar papeles de malvada, mujer engañada, arpía, seductora de gigolós. Marilyn no quiere ser Bette Davis.
Quiere ser first lady, eso es todo. Desfilar junto al presidente. Agitar los brazos ante filas de cadetes uniformados. Entrar en la Casa Blanca ante los soldados en posición de firmes.
El problema es que Kennedy empieza a ser consciente de los rumores que corren: Marilyn es incontrolable, borderline, esquizofrénica, según Greenson -su psiquiatra-. Por ahora, su compañía es agradable, pero ¿quién sabe? Cuando llegue el momento habrá que actuar con tacto para anunciar la separación. Marilyn tiene tendencia a llamar por teléfono con demasiada frecuencia, como si fuera algo evidente. Envía poemas de amor a la Casa Blanca, incluso un día llegó a hablar con Jackie por teléfono. Se disculpó y colgó. Jackie, que reconoció su voz, sus balbuceos pueriles, está furiosa. Lo hace saber. Su marido comprende: Marilyn trata de colocarse en el papel que más le gusta, el de víctima infantil. Bajo esta máscara, JFK lo sabe bien, puede haber una mujer dura y odiosa. JFK no está acostumbrado a estas cosas. Cuando abandona a una chica, simplemente deja de verla. Se vuelve transparente para él. En el caso de Miss Monroe es difícil.
Marilyn baila y alrededor hay quince frascos de pastillas desparramados por la moqueta".

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