Con la llegada inminente del verano, que por la Penísula Ibérica es ya una realidad, el personal se desboca en busca de fórmulas mágicas para lucir palmito. Es decir, soltar los kilos acumulados en los atracones invernales. Y el personal desde luego que alucina, vamos. De las maneras más floridas. Lo que más se lleva no es ya la anticuada dieta de la alcachofa, sino la del francés Dunkan. Y les contaré mi experiencia personal. Punto número uno: Creo que Dunkan no ha descubierto absolutamente nada. La que se dice suya es una vieja dieta hiperproteica, llamada también cetogénica ya que el metabolismoo "quema" los lípidos y produce sustancias cetónicas, que se eliminan a golpe de hígado y riñón. Así de claro. Las dietas cetogénicas se practican desde hace muchos años. Y sí, claro que se pierden kilos, que en algunos casos se recuperan en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando estaba en la universidad solíamos hacer una dieta que según se decía era la que practicaban las bailarinas del famoso ballet ruso Bolshoi: injerir exclusivamente dos naranjas y un litro de leche al día, y se bajaban los kilos corriendo. Si quieren prueben a ver qué pasa. No les aseguro nada. Se pueden pillar una buena crisis ansiosa si insisten demasiados días. Los bailarines queman enormes cantidades de energía y utilizan trucos puntuales para perder kilos ante las necesidades de ciertos papeles. Ustedes mismos.
Lo que quiero comentar sobre el Dr. Dunkan es que se ha montado un "portal" en internet que da gusto. No me atrevo a decir que es un gran nutricionista, pero en lo de la mercadotecnia es un verdadero maestro. Visiten la paginita en cuestión y estarán de acuerdo conmigo que el hombre lo hace muy pero que muy bien. Encima tiene una especie de supermercado on-line donde vende hasta el complemento no proteico que indica, el salvado de avena. Dunkan ha arrasado con su libro de las 100 dichosas recetas. Y ha suscitado un odio africano entre sus doctos colegas que ven vaciarse sus consultas. Y es que lo de Dunkan parece fácil: proteinas por un tubo y un poquito, no mucho, de ejercicio. El tipo admite que en la fase de choque, el asalto inicial contra los kilos, se puede producir cierta flojera, que cede con la continuación del tratamiento. Otro efecto indeseable puede ser el mal aliento. Todo pecata minuta en aras de conseguir la meta soñada: parecernos a una joven modelo anoréxica.
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