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martes, 31 de enero de 2012

El lento final de ETA


 Los planteamientos del Ministro de Interior respecto a la gestión de la paz frente a ETA no han podido ser más claros y directos. Tal vez se resumen  en la necesidad de entrega de las armas por parte de lo que quede del aparato armado, la petición de perdón a las víctimas, y resarcimiento del daño causado. Son requisitos mínimos para respaldar con hechos el abandono de la lucha armada.

Amaiur objetó que se trataba de más de lo mismo. Pero  no es así porque, según datos de Interior, ETA mantiene al 95% de sus presos como algo parecido a rehenes espirituales suyos, exigiéndoles que no se atengan a los requisitos penitenciarios y legales de un Estado de Derecho.

Da que pensar, ¿será por miedo?. Por temor a las consecuencias, por ejemplo respecto a sus familiares. El enorme apoyo ciudadano en manifestaciones a favor del acercamiento de presos al País Vasco debería ser tenido en cuenta por ETA: la paz no se hace con palabras altisonantes sino con decisiones.

El tratamiento individualizado de cada recluso etarra, al que se ha referido el Ministro de Interior es legal y razonable. Como también lo es que se contemplen casos de presos enfermos. O de aquellos que sin haber incurrido en graves delitos de sangre, ya tengan cumplida gran parte de sus condenas, como solicita Amaiur.

El acercamiento de los presos etarras al País Vasco debe ser para aquellos que se han liberado de la mancuerna de ETA. No se puede ser etarra para ciertas circunstancias y demócrata para otras.

A muchos presos de ETA todavía les queda toda una vida por delante. Seguramente la van a disfrutar mejor si se liberan del miedo y de la culpa. Eso pasa por reconocer sus responsabilidades. Nadie se humilla al pedir perdón.

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