Al principio tuve mis vacilaciones. ¿Iba a soportar 723 páginas?, ¿Era posible?.
Pues resultó que sí. Que Murakami me había ganado el kumbite en buena ley. En un combate limpio y vigoroso.
Murakami tiene sus manías, como todos los escritores. Entre sus personajes nunca falta una bella adolescente. Ni una misteriosa treinteañera.
En la presente obra se llama Aomame, y se advierte que el apellido consta de dos caracteres, y que viene a ser algo así como verdura verde. El otro personaje significativo es Tengo. Sin olvidar a Fukaeri, autora de la novela "La crisálida de aire".
Las presencias de Tengo y Aomame se entrelazan en capítulos que nos sumerjen en la vida de Tokio. En sus magnos atascos. En las acumulaciones de gente en el metro.
Cada capítulo es una historia cerrada que puede complementarse o no con las que le sigue.
De lo que más me ha gustado es el el procedimiento de Aomame, para "mandar al otro barrio" a hombres que habían cometido crímenes horrendos de índole sexual contra mujeres o niñas. Lo terrible de sus actos contra las mujeres no debe ocultar que Aomame es una asesina en serie.
Su fachada es la de una impoluta fiseoterapeuta y maestra colegiada de artes marciales que con un afilado punzón consigue muertes indoloras y sin dejar muchas huellas.
Al menos si la inspección no es extremadamente exhaustiva. Porque siempre queda la duda de si al practicar tal procedimiento, posiblemente dirigido a cortar el suministro de sangre al cerebro, se produzcan daños visible por el forense que realice una autopsia cuidadosa.
Dejando el asunto mortuorio novela ofrece numerosas recetas de comida tradicional, o no tanto, digamos que platos frecuentes, de Japón.
Y claro, no faltan gatos, amados por el autor.
Hay que perderse en el país de los gatos o sacar provecho de la historia del ratón que se encuentra con un gato vegetariano.
Resulta que un ratón gordo y sano se encuentra acorralado por un gran gato. Dice el ratón: "Por favor no me hagas mal. Tengo una familia que alimentar". "No te preocupes, dijo el gato, soy vegetariano".
Pero de inmediato saco la garra y agarró al ratón. "Pero no decías que eras vegetariano", preguntó desperado el ratón.Y lo soy, respondió el gato. Voy a cambiar tu carne por lechuga"
Gato nada vegetariano que compartió su felina vida conmigo y otros seis o siete miaus. |
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario