El
General de Cuerpo de Ejército Julio Casas Regueiro es de esos hombres
que luchan toda la vida, a quienes Bertolt Brecht llamó, los
imprescindibles
Como jefe y militar de carrera tenía una estatura de gigante. Esa
misma talla la alcanzó como dirigente político en las altas funciones
que le fueron encomendadas en el Partido y el Estado. Sin embargo, por
sobre su uniforme de impecable y orgulloso verde olivo, desbordaba
modestia y sencillez, sus más colosales virtudes. El General de Cuerpo
de Ejército Julio Casas Regueiro es de esos hombres que luchan toda la
vida, a quienes Bertolt Brecht llamó, los imprescindibles.
Digo lucha, en presente, porque de su magnitud humana no debemos ni podríamos hablar en pasado. Su ejemplo, de agudo pensamiento, de ser abierto a escuchar, reconocer, refutar o criticar, con la mayor transparencia, es el que a un revolucionario no le está permitido dejar morir.
De intachable trayectoria y fidelidad a la Revolución, al Partido, al pueblo, a su Comandante en Jefe y al General de Ejército Raúl Castro Ruz, el General Julio nació un día como hoy hace 80 años, en Bombí, Mayarí Arriba. Estudió en la Escuela Profesional de Comercio de Santiago de Cuba, ocupando diferentes responsabilidades en la Asociación de Alumnos. A partir del golpe de estado del 10 de marzo de 1952, comenzó sus actividades revolucionarias, por lo cual sufrió detención en dos oportunidades.
En junio de 1957 abandonó su labor como contador en un banco de Santiago de Cuba a causa de la persecución de esbirros de la tiranía y regresó a la finca de sus padres, donde contactó con integrantes del Movimiento 26 de Julio y colaboró en diversas actividades. Al constituirse el Segundo Frente Oriental Frank País, en marzo de 1958, se incorporó a las órdenes directas de su Jefe, el entonces Comandante Raúl Castro Ruz; luego pasó a la Columna No. 6, participando en múltiples combates y en la ocupación de la ciudad de Guantánamo el primero de enero de 1959.
La Revolución lo vio erguirse en su defensa, a la cual consagró su vida. Tuvo responsabilidades en la jefatura de la Policía Nacional Revolucionaria, con cuyos efectivos combatió en Playa Girón; ocupó diferentes cargos en la Logística de las FAR; en 1969 lo designaron Viceministro; fue Jefe del Ejército Oriental; Jefe de las Tropas de la Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea Revolucionaria; sustituto del Ministro para la actividad económica, viceministro primero. Como combatiente internacionalista, se desempeñó en calidad de sustituto del Jefe de la Misión Militar en Etiopía. Se preparó con esmero para servir a la Patria y cursó varias escuelas militares, entre ellas la Academia del Estado Mayor General de la URSS Voroshilov.
Tanta entrega, desinterés y altruismo escribieron este párrafo: Fundador del Partido Comunista de Cuba y delegado a todos sus congresos, integrando su Comité Central desde el primero. En el IV fue elegido miembro del Buró Político, condición ratificada por el V y el VI congresos. Desde el año 1981 fue Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, miembro del Consejo de Estado desde 1986 y en el año 2008 fue electo Vicepresidente del Consejo de Estado. Recibió múltiples condecoraciones y órdenes nacionales e internacionales, destacándose el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Playa Girón, otorgados el 16 de abril del 2001, en ocasión del aniversario 40 de la Victoria de Playa Girón.
Su elevada racionalidad, eficiencia y consagración al trabajo, le permitieron realizar notables contribuciones al fortalecimiento de la defensa, así como al perfeccionamiento empresarial en las FAR y en el proceso de elaboración e implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados por el VI Congreso.
Recordaba su hijo, Julio, que “solo había que mirarle a los ojos para comprender lo que estaba sintiendo. Con él no había frases hechas, ni simulaciones, tampoco era necesario que nos dijera te quiero pues siempre supo demostrarlo. Muchas veces me pregunté de dónde sacaba tiempo entre tanto trabajo cotidiano para estar al tanto hasta de nuestros más pequeños detalles, para buscar el mejor momento en el que pudiéramos estar todos juntos”.
Pero tal vez nada ilustre mejor su incondicionalidad que las palabras del General de Ejército al proponerlo como Ministro de las FAR, el 24 de febrero del 2008.
“Yo, que he criticado a casi todos los generales de las Fuerzas Armadas, y en las reuniones también me he criticado yo, no recuerdo haberle hecho durante estos últimos 50 años ninguna crítica de consideración al compañero Julio Casas, salvo la de —como decimos los cubanos— ser muy tacaño; pero de ahí se derivan sus éxitos en el frente económico, entre otras actividades, en el Ministerio de las Fuerzas Armadas.
“Es contador, fue bancario en Santiago de Cuba antes de alzarse, tiene alguna experiencia, y una de sus grandes virtudes ha sido la fama que tiene entre todos los generales de un sentido práctico del ahorro, a tal extremo que por ahí existe una orden mía, firmada y legalizada, donde es al único que yo le daba facultades para vetar por una vez mis decisiones económicas, sobre todo en los primeros tiempos de él ocupar esta última responsabilidad.
“Eso mucha gente no lo creía, y es que, como suele suceder en los recorridos por ahí, después del periodo especial sobre todo, los jefes de ejércitos y otros jefes de grandes unidades, como suelen hacer los subordinados, ver el momento de alegría o de satisfacción, el estado de ánimo del jefe, aprovechaban un instante, se acercaban a uno y me decían: Jefe, Ministro, por el periodo especial se me quedó tal obra parada, o tengo tal y cual problema, etcétera, y yo ordenaba a un ayudante: Anota eso ahí para resolverlo. Después resultaba que cuando daba la orden, le llegaba a Julio Casas, él muchas veces me venía a ver y decía: Ministro, problemas como este tenemos 17 en el resto del país y algunos más importantes, ¿a quién le quitamos el dinero para dárselo a esta solicitud suya? Y es así como le di el derecho. Llegué a la conclusión, está escrito y circulado a los jefes correspondientes, de que tenía derecho a vetar cualquier decisión mía que estuviera fuera del plan. Y por eso muchos jefes, algunos de los cuales veo sus rostros sonrientes aquí, comentaban, entre ellos, que había que hacer una campaña para echar abajo el veto (Risas), cosa que no lograron, se acostumbraron, yo me quité bastantes presiones de encima y después se las pasé a él, que dice: ‘Sí o no’, dentro de los marcos establecidos de sus facultades”.
Aquel 24 de febrero de hace ocho años, el propio Raúl afirmaba “Creo que no hace falta decir más nada de él…”. Y otro inmortal, como el Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez, en mensaje al General de Ejército, tras la partida física de Julio Casas Regueiro el 3 de septiembre del 2011, expresó con ajustada certeza el hondo sentimiento de todos los que tuvieron el privilegio, como Cuba, de tenerlo a su lado: “En estas letras, Raúl, va mi corazón y, con él, la admiración y el cariño fraterno que siente mi Pueblo por el tuyo… Ahora bien, tengo una certeza y quiero compartirla contigo y con tu Pueblo: Julio no se va; no puede irse; se queda para seguir mostrando el camino”.
Digo lucha, en presente, porque de su magnitud humana no debemos ni podríamos hablar en pasado. Su ejemplo, de agudo pensamiento, de ser abierto a escuchar, reconocer, refutar o criticar, con la mayor transparencia, es el que a un revolucionario no le está permitido dejar morir.
De intachable trayectoria y fidelidad a la Revolución, al Partido, al pueblo, a su Comandante en Jefe y al General de Ejército Raúl Castro Ruz, el General Julio nació un día como hoy hace 80 años, en Bombí, Mayarí Arriba. Estudió en la Escuela Profesional de Comercio de Santiago de Cuba, ocupando diferentes responsabilidades en la Asociación de Alumnos. A partir del golpe de estado del 10 de marzo de 1952, comenzó sus actividades revolucionarias, por lo cual sufrió detención en dos oportunidades.
En junio de 1957 abandonó su labor como contador en un banco de Santiago de Cuba a causa de la persecución de esbirros de la tiranía y regresó a la finca de sus padres, donde contactó con integrantes del Movimiento 26 de Julio y colaboró en diversas actividades. Al constituirse el Segundo Frente Oriental Frank País, en marzo de 1958, se incorporó a las órdenes directas de su Jefe, el entonces Comandante Raúl Castro Ruz; luego pasó a la Columna No. 6, participando en múltiples combates y en la ocupación de la ciudad de Guantánamo el primero de enero de 1959.
La Revolución lo vio erguirse en su defensa, a la cual consagró su vida. Tuvo responsabilidades en la jefatura de la Policía Nacional Revolucionaria, con cuyos efectivos combatió en Playa Girón; ocupó diferentes cargos en la Logística de las FAR; en 1969 lo designaron Viceministro; fue Jefe del Ejército Oriental; Jefe de las Tropas de la Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea Revolucionaria; sustituto del Ministro para la actividad económica, viceministro primero. Como combatiente internacionalista, se desempeñó en calidad de sustituto del Jefe de la Misión Militar en Etiopía. Se preparó con esmero para servir a la Patria y cursó varias escuelas militares, entre ellas la Academia del Estado Mayor General de la URSS Voroshilov.
Tanta entrega, desinterés y altruismo escribieron este párrafo: Fundador del Partido Comunista de Cuba y delegado a todos sus congresos, integrando su Comité Central desde el primero. En el IV fue elegido miembro del Buró Político, condición ratificada por el V y el VI congresos. Desde el año 1981 fue Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, miembro del Consejo de Estado desde 1986 y en el año 2008 fue electo Vicepresidente del Consejo de Estado. Recibió múltiples condecoraciones y órdenes nacionales e internacionales, destacándose el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Playa Girón, otorgados el 16 de abril del 2001, en ocasión del aniversario 40 de la Victoria de Playa Girón.
Su elevada racionalidad, eficiencia y consagración al trabajo, le permitieron realizar notables contribuciones al fortalecimiento de la defensa, así como al perfeccionamiento empresarial en las FAR y en el proceso de elaboración e implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados por el VI Congreso.
Recordaba su hijo, Julio, que “solo había que mirarle a los ojos para comprender lo que estaba sintiendo. Con él no había frases hechas, ni simulaciones, tampoco era necesario que nos dijera te quiero pues siempre supo demostrarlo. Muchas veces me pregunté de dónde sacaba tiempo entre tanto trabajo cotidiano para estar al tanto hasta de nuestros más pequeños detalles, para buscar el mejor momento en el que pudiéramos estar todos juntos”.
Pero tal vez nada ilustre mejor su incondicionalidad que las palabras del General de Ejército al proponerlo como Ministro de las FAR, el 24 de febrero del 2008.
“Yo, que he criticado a casi todos los generales de las Fuerzas Armadas, y en las reuniones también me he criticado yo, no recuerdo haberle hecho durante estos últimos 50 años ninguna crítica de consideración al compañero Julio Casas, salvo la de —como decimos los cubanos— ser muy tacaño; pero de ahí se derivan sus éxitos en el frente económico, entre otras actividades, en el Ministerio de las Fuerzas Armadas.
“Es contador, fue bancario en Santiago de Cuba antes de alzarse, tiene alguna experiencia, y una de sus grandes virtudes ha sido la fama que tiene entre todos los generales de un sentido práctico del ahorro, a tal extremo que por ahí existe una orden mía, firmada y legalizada, donde es al único que yo le daba facultades para vetar por una vez mis decisiones económicas, sobre todo en los primeros tiempos de él ocupar esta última responsabilidad.
“Eso mucha gente no lo creía, y es que, como suele suceder en los recorridos por ahí, después del periodo especial sobre todo, los jefes de ejércitos y otros jefes de grandes unidades, como suelen hacer los subordinados, ver el momento de alegría o de satisfacción, el estado de ánimo del jefe, aprovechaban un instante, se acercaban a uno y me decían: Jefe, Ministro, por el periodo especial se me quedó tal obra parada, o tengo tal y cual problema, etcétera, y yo ordenaba a un ayudante: Anota eso ahí para resolverlo. Después resultaba que cuando daba la orden, le llegaba a Julio Casas, él muchas veces me venía a ver y decía: Ministro, problemas como este tenemos 17 en el resto del país y algunos más importantes, ¿a quién le quitamos el dinero para dárselo a esta solicitud suya? Y es así como le di el derecho. Llegué a la conclusión, está escrito y circulado a los jefes correspondientes, de que tenía derecho a vetar cualquier decisión mía que estuviera fuera del plan. Y por eso muchos jefes, algunos de los cuales veo sus rostros sonrientes aquí, comentaban, entre ellos, que había que hacer una campaña para echar abajo el veto (Risas), cosa que no lograron, se acostumbraron, yo me quité bastantes presiones de encima y después se las pasé a él, que dice: ‘Sí o no’, dentro de los marcos establecidos de sus facultades”.
Aquel 24 de febrero de hace ocho años, el propio Raúl afirmaba “Creo que no hace falta decir más nada de él…”. Y otro inmortal, como el Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez, en mensaje al General de Ejército, tras la partida física de Julio Casas Regueiro el 3 de septiembre del 2011, expresó con ajustada certeza el hondo sentimiento de todos los que tuvieron el privilegio, como Cuba, de tenerlo a su lado: “En estas letras, Raúl, va mi corazón y, con él, la admiración y el cariño fraterno que siente mi Pueblo por el tuyo… Ahora bien, tengo una certeza y quiero compartirla contigo y con tu Pueblo: Julio no se va; no puede irse; se queda para seguir mostrando el camino”.
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