- Investigación y Ciencia
- Agosto 2015Nº 467
Genética
Gratuito
Riesgos de la edición genética (Gratis)
El
uso de las herramientas de modificación genética en especies salvajes
debe regularse si queremos evitar un daño irreversible a los
ecosistemas.
La edición del genoma se ha convertido en
un asunto candente después del gran interés que ha despertado el uso de
la técnica CRISPR [véase «La edición genética, más precisa», por Margaret Knox; Investigación y Ciencia, febrero de 2015]
para modificar embriones humanos. Como testigo del desarrollo de este
avance, me preocupa la forma en que podría llegar a utilizarse. Pero no
en el sentido en que el lector estará pensando.
Las cuestiones éticas que plantea la ingeniería aplicada a la línea germinal humana sin duda merecen consideración. Sin embargo, no deben distraernos de un problema mucho más acuciante: el creciente uso de CRISPR para corregir los genomas de poblaciones de animales salvajes. A menos que se regule y se contenga en el laboratorio, esta práctica entraña el potencial de alterar rápidamente ecosistemas de una manera perjudicial e irreversible.
Ya se ha utilizado CRISPR para modificar mosquitos y la mosca de la fruta Drosophila melanogaster. Y, en combinación con la técnica del «impulso génico» (gene drive), se ha visto que aumenta enormemente la eficacia para transferir modificaciones a la descendencia y a lo largo de la población. Una vez introducidos, los cambios genéticos se autopropagan; si se liberaran fuera del laboratorio, los efectos se extenderían con cada nueva generación y pronto estarían fuera de control.
Las cuestiones éticas que plantea la ingeniería aplicada a la línea germinal humana sin duda merecen consideración. Sin embargo, no deben distraernos de un problema mucho más acuciante: el creciente uso de CRISPR para corregir los genomas de poblaciones de animales salvajes. A menos que se regule y se contenga en el laboratorio, esta práctica entraña el potencial de alterar rápidamente ecosistemas de una manera perjudicial e irreversible.
Ya se ha utilizado CRISPR para modificar mosquitos y la mosca de la fruta Drosophila melanogaster. Y, en combinación con la técnica del «impulso génico» (gene drive), se ha visto que aumenta enormemente la eficacia para transferir modificaciones a la descendencia y a lo largo de la población. Una vez introducidos, los cambios genéticos se autopropagan; si se liberaran fuera del laboratorio, los efectos se extenderían con cada nueva generación y pronto estarían fuera de control.
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Las singularidades del cerebro adolescente
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