¡Cuán caprichosa se nos suele presentar a veces la naturaleza! Cual inmensa creación que es, donde reina la diversidad, incluso es capaz de coquetear a menudo con lo inverosímil, y dejar a sus espectadores perplejos, sorprendidos, deslumbrados.
He aquí algunos ejemplos que ilustran estas palabras: hermosas e insólitas flores que aparentan lo que no son.
Algunas orquídeas tienen forma antropomorfa. En este caso es por pura casualidad.
Impatiens psittacina tiene una curiosa forma cuando se la mira de perfil. Pertenece a la familia Balsaminaceae. El botánico que la describió, Joseph Dalton Hooker, la bautizó como «cacatúa en vuelo».
Originaria de Ecuador, Colombia y Panamá, esta planta, denominada Peristeria elata, está en peligro de extinción. Se la conoce también como flor del Espíritu Santo, por parecer su labelo una paloma.
Parece un pato que acaba de comenzar el vuelo, pero en realidad es una orquídea que crece en Australia. Popularmente se la conoce como pato volador, aunque su nombre científico es Caleana major.
Una de las orquídeas más sorprendenes son las del género Drácula. Algunas, como la Drácula simia, tienen formas caprichosas, que semejan la cara de un mono. Le dio nombre el botánico Luer en 1978, cuando la descubrió en Ecuador. Florecen a 2.000 metros de altura.
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