Si usted se da aires
de grandeza, se cree por encima de todo el resto de la vulgar
humanidad, si es capaz de desplegar una gran capacidad de persuasión
junto con un encanto fingido, si, aunque no se le note, sabe que es
cruel, que le importa un bledo el destino de los otros (falta de
empatía), puede que sea un líder mundial, un/una dirigente
notable o sencillamente un/a psicópata que puede terminar como
asesino/a en serie. De la misma pasta parece que están hechos
sujetos terroríficos como el personaje Hannibal Lecter
de “El silencio de los corderos”, y famosos gerentes
empresariales.
El problema es que,
en opinión del psicólogo Kevin Dutton,
autor de los libros “Split-second persuasión” y “The wisdom
of psychopaths”, los rasgos psicopáticos pueden aparecer en
distinto grado en cada individuo. Y es el nivel y la combinación de
los que se presentan lo que determina si se trata o no de una
psicopatía patológica.
“Los psicópatas carecen
de miedo, están seguros de si mismos, son carismáticos, despiadados
y centrados. Pero, en contra de la creencia popular, no
necesariamente violentos”, explica Dutton, psicólogo investigador
en el Centro de Investigación Calleva para la Evolución y las
Ciencias Humanas del Colegio Magdalen, en Oxford.
Al parecer los
atributos psicopáticos pueden ser de utilidad a la hora de
desempeñar determinadas profesiones. Y Dutton menciona el caso del
neurocirujano al que designaremos como GX, un reconocido profesional del Reino
Unido cuyas palabras tal vez provoquen escalofríos: “”No tengo
compasión por aquellos a los que opero. Es un lujo que no me puedo
permitir. En el quirófano renazco como una máquina fría y sin
corazón, totalmente aunado con el bisturí, taladro y la sierra.
Cuando te dejas llevar y burlas a la muerte en los confines del
cerebro, los sentimientos no sirven para nada. La emoción es
entropía y no sirve para el negocio. Le he dado caza hasta
conseguir extinguirla con los años”.
La verdad es que lo
comprendo bien. Me he subido a una moto de gran
cilindrada y viajado a velocidades vertiginosas. Nunca lo hubiera hecho de no
ser el conductor un experto, pero además un sujeto muy frío, que desconoce el miedo, con
gran capacidad de concentración y bastante poco empático.
El asunto es complejo, como todo lo que tiene que ver con las neurociencias y se ha comenzado a estudiar
vinculado al cerebro físico. Resulta, y es una simplificación, que
el cerebro “normal” demuestra actividad en ciertas zonas cuando se
somete al sujeto a una disyuntiva moral. Esa misma resonancia
magnética funcional en el psicópata arroja una oscuridad
sintomática de que allí no ocurre nada.
Puestos a
discriminar, algunos atributos psicopáticos aparecen con mayor
frecuencia en líderes empresariales antes que en los perturbados
criminales. Por ejemplo los distantes y calculadores financieros pueden
ser superficialmente encantadores, al tiempo que egocéntricos,
persuasivos y ojo, carentes de empatía.
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