El lunes España figuraba en la primera página del diario estadounidense New York Times. Y más nos hubiera valido no ganarnos semejante palmarés. Pero es que somos, como dijo Fraga y admite don Joaquín Estefanía en un sombrío artículo de opinión de "El País": "Spain is different". Pero para muy mal. El NYT ponía a España a caer de un burro. Y siembra, fomenta, una suspicacia aguda en todo lo que tenga que ver con "nuestro" (el de ellos, el de los grandes gestores, el de los intocables diseñadores de la virtual quiebra que se padece) del cojitranco sistema financiero. Resulta que en 2011 la entidad matriz de Bankia, el centro de gravedad del banco, la caja del tesoro vamos, declaró unos beneficios estratosféricos. Nada que sospechar de sus números, al parecer, ya que para eso están las entidades financieras. Su naturaleza dentro del sistema capitalista es la generación de beneficios que se extiendan a inversores y ahorradores, sin necesidades de capital suministrado por los estados. Y ahora resulta que Bankia es en la práctica un tenebroso agujero negro, van tres veces en que se proclama la cantidad necesaria, dinero público, para que no arrastre quién sabe dónde al resto de factores implicados. No se depuran responsabilidades. No se rinden cuentas. Todo adopta una opacidad apestosa. Una ciénaga.
Un sesudo analista de "Nomura", un tal Doragh Quinn, con sede en la City de Londres califica la recapitalización de Bankia de G.U.B.U. Lo que para quienes no estén muy puestos significa "grotesque", unbelievale", "bizarre","unprecedent". Toma castaña.
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