La noticia resultaba mínima y casi deleznable.
Aparecía en la primera de El País, que abría con la foto de familia de los gobernantes europeos, Sarkozi y Merckel en primera fila, reunidos para reconducir el futuro de Libia, y sobre todo asegurarse de que no falle la producción de petróleo.
Leí dos informaciones sobre crímenes en Latinoamérica: en Mexico, en Argentina. dos periodistas y una niña de 11 años respectivamente.
Repasé ávidamente todas las cabeceras, hasta dar con un titular curioso que daba cuenta de la captura en aguas venezolanas, de tres etarras salidos desde Cuba a Venezuela.
Los prófugos habían alquilado una embarcación de paseo patroneada por un haitiano.
Su intención era abandonar definitivamente Cuba, donde habían permanecido en torno a 20 años.
Imaginé su salida desde la Marina Hemingway: el calor sofocante, el cielo límpido.
En una carta a El País habían dado cuenta de sus motivos: se quejaban de vivir en un régimen carcelario, que los dejaba en un vacío legal. Sin papeles.
Para cualquier gestión les hacían dirigirse a las autoridades españolas.
Su intento de fuga deja algo descolocados al resto de etarras residentes en la isla caribeña.
Podrían, es un decir, aprovechar y ponerse al día con la justicia, liberarse de una vez por todas del genuino oficio carcelero que pesa sobre ellos: el de ETA.
Los días de la organización terrorista están contados. Ellos/as lo saben.
A ver si no terminan exilados en Haití.
No hay comentarios:
Publicar un comentario